lunes, diciembre 09, 2013

CULTURA Y EVOLUCIÓN

Los trabajos de Pagel Mark y Gazzaniga Michael me permitieron relacionar conceptos que no los tenía conectado, naciéndome la necesidad de transcribir los más significativos a los fines de ordenar mis ideas sobre evolución cultural:
Sin duda, la cultura nos hizo humanos. La capacidad para la cultura hace única a la especie humana. Su estrategia para sobrevivir consiste en la transmisión de tecnología y habilidades.
 Nuestra identidad cultural descansa sobre dos pilares fundamentales con gran potencial evolutivo: El aprendizaje social y la Teoría de la mente. Por  medio del aprendizaje social podemos copiar comportamientos a través de la simple observación y por medio de la Teoría de la mente podemos atribuir estados mentales a otros congéneres logrando adivinar o comprender sus motivaciones. La supersociabilidad y el lenguaje surgieron como adaptaciones a la vida en el medio social de la cultura.
El desarrollo de la capacidad para la cultura hace 200.000 años determino nuestra evolución (aparición del Homo Sapiens). Hace 60.000 años, el proceso evolutivo experimentó un acelerón cuando los humanos modernos salieron del África, en pequeñas sociedades tribales para ocupar y reconfigurar el mundo. Hace 40.000 años aconteció un cambio en el grado de selección positiva, el cual afectó el genoma humano que coincide con el florecimiento de la cultura como refleja la explosión de artefactos de toda índole, de obras de arte e instrumentos musicales, así como la ocupación territorial del mundo. Estos genes de evolución rápida constituyen nuestra predisposición genética para la cultura.
Los científicos compararon las secuencias genéticas de personas de todo el mundo y calcularon que hace aproximadamente 37.000 años, coincidiendo con la emergencia de los seres humanos modernos en sentido cultural, surgió una variante genética del gen MCPH1 cuya frecuencia creció con demasiada rapidez para ser compatible con una deriva al azar o con migraciones de poblaciones. Esto sugiere que experimentó una selección positiva. Y hace unos 5.800 años coincidiendo con la expansión de la agricultura, las ciudades y el primer registro de la escritura, surgió una variante del gen ASPM. También en este caso, las frecuencias con que el gen se encuentra en la población son tan elevadas que indican una poderosa selección positiva. No sabemos si los cambios genéticos causaron los cambios culturales o si hubo sinergia.
Las sociedades humanas evolucionaron de forma gradual por adaptación cultural acumulativa. El conocimiento, las habilidades y las técnicas almacenan mejoras y crecen en variedades a medida que las personas se imitan unas a otras, que eligen y modifican las formas existentes y que combinan objetos para fabricar otros nuevos, el resultado de todo ello es una cultura compleja y variada que hace única a la especie humana. La historia de nuestra especie consiste en el triunfo progresivo de la cooperación. Los humanos cooperan con individuos que no son parientes y llevan a cabo actos de generosidad que podrían bien no ser correspondidos. El ser humano posee una enorme orientación hacia el grupo. En cambio en las demás especies animales, la cooperación queda confinada, por lo general, a los parientes. La especie humana tiene la propensión a ayudar a los extraños, por tanto el ser humano debe ser considerado “supersocial” ya que se ha liberado de las limitaciones genéticas usuales para alcanzar el desarrollo del altruismo.
Hace 200.000 años la capacidad de nuestros antepasados para la cultura provocó una crisis social, a la que puso remedio la “supersociabilidad”. ¿Qué desencadenó esa crisis? El robo visual, es decir, la habilidad de apropiarse de las ideas de otros.
Dado que podemos aprender con el solo esfuerzo de atender a aquello que desarrollan los demás, el conocimiento resulta un bien al alcance de cualquiera. De esta manera las culturas evolucionan y se adaptan.
Ocultar las mejores innovaciones habría sido una especie de muerte evolutiva: habría paralizado la adaptación cultural acumulativa. Para evitar ese destino evolucionaron las reglas sociales y la psicología, fenómenos que posibilitan el intercambio de ideas, conocimientos y técnicas sin excesivo temor a ser explotados. Las características únicas de la psicología humana, como las normas y la moral, las expectativas de equidad y la tendencia hacia la “agresión moralizante” (castigar a quienes infringen los principios morales) se basan en emociones y mecanismos que evolucionaron con el fin de vigilar a los individuos tentados de explotar el frágil sistema cooperativo.
Nuestro lenguaje, que es compositivo por el uso de oraciones, solo se ha demostrado en humanos. Y evolucionó por que las formas complejas de cooperación e intercambio que se desarrollaron para desactivar la crisis del robo visual exigían una tecnología social con la que gestionar tratos, coordinar actividades, negociar acuerdos y difundir la reputación. Al parecer, el lenguaje constituyó esa pieza de tecnología social. El acuerdo cooperativo resulta posible con el lenguaje verbal.
Los neandertales poseían la misma versión del gen FOXP2 que los humanos actuales, un segmento del ADN implicado en los movimientos motores precisos para hablar, lo que sugiere que esos homínidos también poseían lenguaje. Aún así, los informes arqueológicos poco apuntan hacia una adaptación cultural acumulativa en los neandertales, no se han encontrado ni instrumentos musicales ni de arte relacionados con el hombre de Neandertal. Esta falta de cultura indica que no disponían de lenguaje. Para explicar la aparición del lenguaje debemos apuntar más allá de la anatomía y de los genes y preguntarnos por su necesidad. Cabría esperar, que la selección natural tendiera a difuminar las diferencias entre los humanos y que sobrevivan los más aptos.
¿Cómo se explica entonces la diversidad de habilidades de nuestra especie? La variedad surge, de nuevo, como consecuencia de nuestra capacidad para la cultura. Una vez que el sistema cooperativo posibilitó que los humanos intercambiaran habilidades, bienes y servicios, los sujetos que se especializaron en las tareas que mejor desempeñaban poseían mayores provisiones para comerciar con otros. Ninguna otra especie practica la división del trabajo con individuos no emparentados.
Las culturas domesticaron y diferenciaron a los humanos según su talento, propiciando que coexistieran habilidades diversas. De igual modo, los genes humanos podrían haber experimentado una tendencia a especializarse según las oportunidades que ofrecían las sociedades. De ser así, ello podría acarrear implicaciones relevantes para la sociedad contemporánea originando una sociedad diferenciada por predisposiciones genéticas y no asegurar la igualdad de oportunidades. La historia de nuestra especie humana es el triunfo progresivo de la cooperación sobre el conflicto a medida que sus miembros fueron reconociendo que cooperar favorecía la obtención de una recompensa mayor.
Los genes de evolución rápida constituyen nuestra predisposición genética para la cultura, y pueden identificarse con los mismos métodos usados para aislar los genes causantes de enfermedades.
Cada una de las formas alternativas que puede tener un gen que se diferencian en su secuencia y que se puede manifestar en modificaciones concretas de la función de ese gen se denominan alelos o secuencias variantes. Cuando un alelo tiene un efecto tan importante y positivo en un organismo que mejora su aptitud para la supervivencia o le permite reproducirse más, tenemos lo que se denomina una “selección positiva” o “selección direccional” de ese alelo. La selección natural favorecería semejante variante, y ese alelo en particular empezaría a ser más y más común.
Hay genes implicados en el desarrollo del cerebro humano que determinan el número de neuronas que tendrá el cerebro y lo grande que será. Se han identificado dos genes que son los reguladores específicos del tamaño cerebral: MCPH1 y el ASPM. Un defecto en cualquiera de estos dos genes provoca microcefalia primaria, un trastorno autosómico recesivo del desarrollo neurológico, que origina principalmente una reducción del tamaño de la corteza cerebral con retraso mental no progresivo. Estos genes fueron estudiados por Geoffrey Woods médico y genetista clínico de la Universidad del Hospital de St. James de Leeds, Inglaterra quien se dio cuenta que varias de las familias pakistaníes que atendía tenían niños con microcefalia primaria. Estas familias provenían del valle del río Jhelum  de la región de Mirpur, en Cachemira, a quienes se les había expropiado sus tierras para construir la represa Mangla y muchas emigraron a Yorkshire, Inglaterra por la demanda de obreros textiles calificados.
Estos genes han sufrido cambios significativos bajo la presión de la selección natural y hay pruebas de una evolución acelerada tras separarse los seres humanos y los chimpancés y aparecen como la causa del incremento del tamaño cerebral de nuestros antepasados alcanzando los 1.340cc en el  hombre actual, luego de haber experimentado una reducción de 150cc a lo largo de la historia de la especie. Evolución acelerada significa que estos genes eran auténticos fuera de serie, pues producían un rasgo que otorgaba a sus poseedores una obvia ventaja competitiva. Puesto que quien los poseía tuvo más descendencia, se convirtieron en genes dominantes. Los investigadores actualmente aceptan que el cerebro humano sigue evolucionando, no deja de evolucionar. Se desarrolla hasta los 45 años y nace con un 25% de su desarrollo.
Homo Sapiens:
Reino: animal
Orden: primate
Familia: Homínidos (el primer homínido fue el Australopithecus)
Género: Homo.
Especie humana: Homo Hábilis, Homo Erectus; Homo Neanderthal, Homo Floresiensis, Homo Sapiens.
Primero hombre moderno: Hombre de Cro-Magnon

Bibliografía

1. Adaptados a la cultura. Pagel, Mark. 60, Barcelona : Prensa Científica S.A., Mayo/Junio de 2013, Mente Y Cerebro Investigación y Ciencia, págs. 22-26. ISSN1695-0887.
2. Gazzaniga, Michael. ¿Qué nos hace humanos? La explicación científica de nuestra singularidad como especie. Barcelona : Ediciones Paidos Ibérica. Espasa Libros, S.L.U., 2010. págs. 24-50