¡ESPÍRITU MENTE ALMA!
Catherine Meyer. Los Nuevos PSI. Sudamericana 2010
Emilio Ribes Iñesta (nace en Barcelona 1944).
Doctorado en Psicología (Toronto) y Filosofía (México).
Los cuerpos poseen una forma propia, un volumen
propio, un tamaño propio, pero no un peso propio, lo que le es propio es su
masa. El peso es la interacción entre la masa y la fuerza de la gravedad. No es
lo mismo masa y peso. Un cuerpo tiene un peso en la tierra, otro en la luna y
otro en el espacio. Los cuerpos en el espacio no pesan nada. Un sin sentido es
decir “cae por su propio peso” lo que le es propio es su masa no el peso. El
peso es una interacción entre la masa y la fuerza de la gravedad.
Cuando uno pasa el fósforo por la lija de una cajita,
surge una llama. ¿Se le ocurría preguntarse dónde se encontraba antes la llama,
si en el fósforo o en la lija? Esta pregunta no tiene ningún sentido porque la
llama no se encontraba ni en uno ni en el otro: es producto de la interacción
entre ambos.
La humanidad entera a confundido durante siglos el
espíritu (una interacción) con el sujeto, el yo, la personalidad incluso el
cerebro. El sujeto solo es uno de los dos términos de la interacción, el otro
obviamente es el medio, el entorno. El espíritu, como interacción, no puede
reducirse a ninguno de estos términos, ni siquiera habitar en uno u otro, pues
las interacciones no tienen res extensa. Lo mismo que no se puede mostrar la
fuerza motriz de un motor, por la simple razón de que no existe como elemento
del motor, como “pieza”, sino como “funcionamiento” del conjunto de las piezas
o sea interacción. Evidentemente es lo mismo en el caso del espíritu
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