domingo, diciembre 28, 2025

OSCAR CAÑETE: NADA, FICCIÓN Y UN PARÉNTESIS


 

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(Literatura digital)

Introducción:

Hay una sensación que nos visita con frecuencia, una especie de niebla sutil en el centro de la rutina. La reconocemos en esos días que parecen perder densidad: una reunión de trabajo se evapora de la memoria al instante, un largo scroll por el feed de noticias no deja ninguna impresión duradera. Los eventos se suceden, pero no se anclan; avanzamos, pero sin sentir el peso fértil de la experiencia.

En medio de esta deriva, una frase del Bioquímico Oscar R. Cañete, extraída de su libro "Tratando de pasarla en el VIVIR" se queda rondando en la mente. No es una sentencia que busque convencer, sino una de esas raras observaciones que consiguen acompañar un estado. Su poder no está en definir, sino en reflejar. Al desgranarla, descubrimos una herramienta asombrosamente lúcida para navegar nuestra realidad. La frase tiene implícita tres lecciones para la vida diaria:

1.  No es Vacío, es una "Mezcla" Confusa. La clave está en la palabra "mezcla".

Cañete no describe un mundo completamente vacío ni uno totalmente falso. Habla de algo mucho más confuso, íntimo y cotidiano: una combinación de ambos elementos que se entrelazan en nuestra experiencia diaria. La "nada" no aparece aquí como un concepto filosófico, sino como esa experiencia concreta del día que avanza sin dejar huella, del tiempo que transcurre sin acumularse como significado.

Frente a esa falta de densidad, emerge la "Ficción". No la ficción de la literatura que revela verdades, sino la actuación cotidiana, la puesta en escena. Es, como escribe Cañete, "la vida dicha más que vivida". Aquí yace una de las intuiciones más profundas del texto, una que el propio autor desvela con una línea crucial: "Cuando el sentido flaquea, el discurso se multiplica". La mezcla, entonces, no es un accidente; es un mecanismo de defensa. La performance se apresura a llenar el vacío que deja un sentido ausente.

2. La Honestidad está en el Paréntesis

La frase completa, sin embargo, esconde su parte más reveladora al final. Es un detalle que lo recontextualiza todo.

"Vivimos una mezcla de nada y ficción (amanecí muy pesimista)"

Y es aquí, en el paréntesis, donde encuentro la clave más honesta de toda la frase. Con esta simple aclaración, el autor transforma lo que podría ser un diagnóstico universal en una confesión personal y vulnerable. Oscar se baja del pedestal del analista para decirnos: "esto lo veo así hoy, desde este ánimo".

Este acto de nombrar su pesimismo es el antídoto perfecto para la misma "ficción" que describe. Al admitir su estado, rechaza la "puesta en escena" de la certeza y le infunde a la sentencia una humanidad radical. La observación no se clausura; se explica. Y al hacerlo, deja abierta la posibilidad de que mañana, desde otro lugar, la mezcla que percibamos sea completamente diferente.

3. La Sabiduría de lo Dicho sin Solemnidad

El don de Oscar Cañete reside en su estilo. Sus observaciones son agudas, pero siempre dichas en voz baja, sin la pretensión de dictar una verdad inamovible. El poder de su frase no nace de la queja ni de la sentencia, sino de ser un comentario compartido, casi un susurro, con la confianza de quien escribe para entenderse a sí mismo y, de paso, acompañar a otros.

Este enfoque logra que ideas que podrían ser graves no pesen. En un mundo sobresaturado de "ficciones" grandilocuentes y discursos enfáticos, esta falta de solemnidad es en sí misma una forma de sabiduría. Cañete nos recuerda que las verdades más significativas a menudo no necesitan gritar. Se presentan como una perspectiva que nos acompaña al caminar, un recordatorio de que vivir, al fin y al cabo, es también tratar de pasarla, incluso en los días en que uno amanece así.

Conclusión: ¿Qué Hacemos con Nuestra Propia Mezcla?

La frase de Cañete no es una condena, sino una herramienta de observación. Nos invita a mirar nuestra propia vida —esa combinación particular de momentos densos y actuaciones cotidianas— con mayor honestidad y menos dramatismo. Nos recuerda que nuestra percepción siempre está teñida por nuestro estado, y que reconocerlo es el primer paso para entendernos.

 

Oscar R Cañete. “Vivimos una mezcla de nada y ficción (amanecí muy pesimista)”. Frase número 339, página 65, de su libro “Tratando de Pasarla en el Vivir”, Corrientes Argentina

 


sábado, diciembre 27, 2025

DIAGNÓSTICO CLÍNICO

 


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(Literatura digital)

Por Qué una Prueba Médica con 99% de Acierto Puede Estar Equivocada

Introducción: La Complejidad Oculta del Diagnóstico

Para la mayoría de nosotros, una visita al médico sigue un guion familiar: se describen los síntomas, el doctor ausculta, hace preguntas, pide análisis. A veces, como en la viñeta que acompaña este artículo, el paciente puede llegar a sentir que los procedimientos son arbitrarios y pensar: "presiento que todo esto no sirve". Sin embargo, detrás de esa aparente rutina se esconde un proceso de razonamiento complejo y, a menudo, contraintuitivo.

Revelaremos por qué la medicina moderna es tanto una disciplina de escepticismo y estadística como de estetoscopios, y por qué las primeras impresiones, incluso las respaldadas por datos que parecen sólidos, pueden ser profundamente engañosas.

1. El Principio Fundamental: Un Buen Médico Es un Escéptico Metódico

La diferencia clave entre un profesional de la salud y un curandero o "manosanta" no reside en las herramientas, sino en la filosofía. El filósofo de la ciencia Mario Bunge lo denominó "escepticismo metodológico".

Esto no significa que el médico desconfíe del paciente. Significa que debe cuestionar y someter a prueba científica toda la información que recibe, desde los síntomas relatados hasta los resultados de un análisis o la efectividad de un tratamiento. Su deber es evitar conclusiones fáciles pero incorrectas. Mientras que el curandero se basa en la fe y el dogma, el médico se apoya en el método científico, un sistema diseñado para dudar, verificar y validar. Esta postura se rige por la máxima de lo que Bunge llamó "Praxiología científica":

“Conocer antes que actuar”

2. La Paradoja de la Precisión: Cuando una Prueba del 99% de Acierto Falla el 99% de las Veces

Imaginemos un escenario que parece sacado de una película de espías, pero que ilustra un principio matemático vital en medicina.

Supongamos que en una ciudad hay 1 millón de personas inocentes y 100 terroristas. Se instala una cámara de reconocimiento facial que es extraordinariamente precisa: tiene un 99% de acierto, lo que implica una tasa de error de solo el 1%. Si la cámara hace sonar una alarma, ¿cuál es la probabilidad de que la persona señalada sea realmente un terrorista?

La intuición nos grita que la probabilidad es del 99%. La realidad es asombrosa: la probabilidad es de apenas un 0.9%.

¿Cómo es posible? La clave está en el abrumador número de falsos positivos.

• Verdaderos Positivos: La cámara identificará correctamente al 99% de los 100 terroristas. Es decir, 99 aciertos.

• Falsos Positivos: La cámara se equivocará con el 1% del millón de personas inocentes. Es decir, generará 10,000 falsas alarmas.

Cuando suena una alarma, hay 99 terroristas reales y 10,000 inocentes señalados por error. La probabilidad de que esa persona sea un terrorista es 99 / (99 + 10,000), lo que equivale a un 0.9%. Este es un ejemplo clásico de por qué los médicos deben recurrir al razonamiento matemático, como el formulado por el Reverendo Thomas Bayes hace más de 200 años, para no dejarse engañar por resultados que parecen evidentes.

3. El Dilema de la Enfermedad Rara: Por Qué un Positivo No Siempre Es un Diagnóstico

Veamos un ejemplo más cercano a la consulta médica.

Una prueba de laboratorio se utiliza para detectar una enfermedad rara que afecta solo a 1 de cada 1,000 personas. La prueba tiene una tasa de falsos positivos del 5% (es decir, el 5% de las personas sanas darán positivo incorrectamente). Se elige a una persona al azar de la población y su resultado es positivo. ¿Qué probabilidad tiene de estar realmente enferma?

De nuevo, la intuición falla. El resultado, basado en los datos, es que la probabilidad de que el paciente tenga la enfermedad es de solo un 1.88%.

Para entender por qué, imaginemos un grupo de 1,000 personas representativas de la población:

• Enfermos y Sanos: Según la prevalencia, en este grupo habrá 1 persona enferma y 999 personas sanas.

• Verdaderos Positivos: La prueba detectará correctamente al enfermo (asumiendo una alta sensibilidad, el cálculo exacto nos da 0.95 casos).

• Falsos Positivos: La prueba dará un positivo erróneo en el 5% de las 999 personas sanas. Esto genera casi 50 falsas alarmas (49.5).

Cuando el laboratorio informa de un positivo, hay aproximadamente 50 falsas alarmas por cada acierto real. Por eso la probabilidad de estar enfermo es tan baja (0.95 / (0.95 + 49.5) ≈ 1.88%).

Los dos ejemplos anteriores ilustran un sesgo cognitivo conocido como la falacia de la tasa base. Nuestra mente se aferra a la precisión de la prueba (99% o 95%) e ignora el dato más importante: la bajísima probabilidad inicial (la "tasa base" o prevalencia) de que la condición exista.

4. La Realidad del ECG: Una Herramienta Poderosa, pero No Infalible

Pero, ¿qué ocurre cuando la enfermedad no es rara? Consideremos el uso de un electrocardiograma (ECG) para diagnosticar la Hipertrofia Ventricular Izquierda (HVI) en pacientes con Hipertensión Arterial (HTA). Aquí, la tasa base cambia por completo.

Las estadísticas clave son las siguientes:

• Prevalencia de HVI en pacientes con HTA: 30%. Es una condición común en este grupo, no una rareza.

• Especificidad del ECG: 95% (identifica correctamente al 95% de los pacientes sanos).

• Sensibilidad del ECG: 43% (identifica correctamente solo al 43% de los pacientes que sí tienen HVI).

A primera vista, la baja sensibilidad (43%) es preocupante. Significa que el ECG no detecta la HVI en más de la mitad de los pacientes que realmente la padecen. Esto lo convierte en una herramienta de cribado (screening) bastante deficiente.

Sin embargo, aquí es donde el razonamiento se vuelve crucial. A pesar de su baja sensibilidad, si un paciente con HTA obtiene un resultado positivo en el ECG, el Valor Predictivo Positivo (VPPP) es del 79%. Esto significa que hay una probabilidad del 79% de que realmente tenga la enfermedad.

Esta es la lección sofisticada: una prueba no es simplemente "buena" o "mala". El ECG para HVI es deficiente para descartar la enfermedad (pasa por alto muchos casos), pero es una señal muy fiable cuando da positivo. Un buen diagnóstico depende de entender estos matices y no tratar ningún resultado como una verdad absoluta.

Conclusión: Pensar, No Solo Creer

El proceso del diagnóstico médico es una empresa profundamente científica y lógica que exige cuestionar suposiciones y comprender el verdadero significado de los datos. No se trata de creer, sino de analizar. Esta mentalidad, que el médico aplica a través del "Cientificismo", es también la base de su responsabilidad social y su "Rendición de cuenta"  ante el paciente: cada conclusión debe estar respaldada por un razonamiento basado en el método científico.

FACULTAD DE MEDICINA UNNE 2016

viernes, diciembre 26, 2025

COLD CASE (Serie televisiva)

 


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(Literatura digital)

Cuatro Lecciones Sorprendentes sobre la Verdad Histórica que Aprendimos de la Serie 'Cold Case'

Cualquiera que haya visto la popular serie de televisión Cold Case conoce su premisa: un equipo de detectives reabre casos de asesinato sin resolver, a veces décadas después de que ocurrieran. Utilizando nuevas tecnologías y una perspectiva moderna, desmantelan narrativas aceptadas durante mucho tiempo para revelar una verdad más compleja y, a menudo, más incómoda. Pero, ¿alguna vez ha considerado que este formato de ficción revela una verdad profunda sobre cómo funciona realmente la Historia como disciplina?

La serie funciona como una metáfora perfecta para entender una de las ideas más potentes del pensamiento histórico contemporáneo: la verdad sobre el pasado no es algo fijo que se "descubre" bajo una piedra, sino algo que se construye y reinterpreta a partir de sus huellas: documentos, testimonios, restos y, crucialmente, silencios. No se trata de cambiar los hechos, sino de comprenderlos de una manera más completa y justa.

En este artículo exploraremos cuatro lecciones clave que la mecánica narrativa de Cold Case nos enseña sobre la compleja naturaleza de la verdad y la inagotable tarea de interrogar al pasado.

1. El pasado no cambia, pero nuestra comprensión sí

En Cold Case, los crímenes ya ocurrieron. Son eventos fijos, inalterables, sellados en el tiempo. Sin embargo, el caso se transforma radicalmente cuando se reabre décadas después. Aparecen documentos que nadie había conectado, se escuchan las voces de testigos que antes fueron ignorados o se reinterpretan los viejos testimonios desde una perspectiva completamente nueva.

Este es exactamente el mismo principio que rige la disciplina de la Historia. Los hechos del pasado son fijos, pero el sentido que les damos no lo es. La Historia, por tanto, trabaja con lo que se conoce como "verdades provisorias". Aquí reside una distinción fundamental: mientras la Ciencia corrige o reemplaza sus verdades (la teoría de Newton es superada por la de Einstein), la Historia las reinterpreta. Cambian las preguntas que hacemos, los marcos culturales desde los que miramos y las voces que por fin podemos escuchar.

Esta idea es a la vez liberadora e inquietante. Nos libera de la noción de una Historia estática —un relato único grabado en piedra— y la revela como un campo de estudio dinámico y en constante diálogo con el presente. Pero también nos inquieta, porque desafía la comodidad de nuestros mitos nacionales y nuestras certezas personales.

2. Las huellas nunca hablan por sí solas

La estructura narrativa de la serie nos compele a reconocer que una prueba aislada —una fotografía, una carta, un testimonio— no significa nada sin un contexto que le dé sentido. Una versión oficial puede ocultar la verdad, y un recuerdo puede engañar. Solo cuando los detectives comienzan a interrogar, conectar y contrastar las distintas "huellas" del caso emerge una comprensión más completa y justa de lo que realmente ocurrió.

Este mecanismo es el corazón del trabajo del historiador, que debe analizar no solo documentos y testimonios, sino también los elocuentes silencios: lo que no se dijo, quién no fue escuchado, lo que se omitió del registro oficial. La verdad no reside en un único documento, por más oficial que sea, sino en la red de relaciones que se teje entre todas las fuentes disponibles. Como bien resume el pensamiento histórico:

la verdad no está en el documento, sino en la lectura crítica del documento.

Esta lección subraya la importancia del pensamiento crítico, no solo para los profesionales, sino para cualquiera que intente comprender el pasado o descifrar la avalancha de información del presente. Las huellas, ya sean de ayer o de hoy, nunca hablan por sí solas; necesitan ser interrogadas.

3. El presente nos permite hacer nuevas preguntas al pasado

Un punto clave en Cold Case es por qué los casos se reabren precisamente ahora y no antes. La respuesta casi siempre es que la sociedad ha cambiado. La sensibilidad actual sobre temas como el racismo sistémico, la violencia de género o la desigualdad social permite a los detectives ver injusticias que en su momento fueron consideradas "normales", ignoradas o simplemente invisibles para la mentalidad de la época.

Esto se conecta directamente con una de las funciones más vitales de la práctica histórica. El pasado se reinterpreta no por un simple capricho académico, sino porque el presente nos da nuevas herramientas conceptuales y éticas para ver lo que antes no podíamos. Pensemos en los debates actuales sobre monumentos históricos, la reinterpretación de mitos fundacionales o la forma en que reconsideramos las injusticias del pasado: todas estas discusiones nacen de nuestras preocupaciones actuales.

Esto convierte a la Historia en una herramienta profundamente relevante. No es un mero anticuario de hechos muertos, sino un espejo que nos ayuda a entender cómo nuestras propias percepciones y valores moldean la manera en que vemos tanto el pasado como el mundo que nos rodea.

4. La ficción como un laboratorio para entender la verdad

Es obvio que Cold Case es una obra de ficción; no demuestra hechos históricos reales. Sin embargo, su valor no reside en su veracidad factual, sino en su capacidad para funcionar como un "experimento narrativo" o un "laboratorio epistemológico".

La serie no nos enseña qué pasó, pero sí nos muestra el mecanismo de cómo se construye una verdad histórica. Nos permite ver, de forma dramatizada, cómo se desmontan los relatos oficiales, cómo se conectan las huellas dispersas para crear un nuevo relato y, crucialmente, cómo se le da voz a los silencios para que cuenten su propia historia.

De esta manera, el arte y la narrativa se convierten en herramientas increíblemente poderosas para comprender conceptos abstractos y complejos. Cold Case nos permite visualizar y sentir el proceso mediante el cual nos acercamos a una comprensión más profunda del pasado, demostrando que la ficción puede ser un vehículo excepcional para pensar sobre la realidad.

Conclusión:

La lección final que nos deja esta analogía es que la revisión histórica, al igual que la reapertura de un caso en la serie, es fundamentalmente un acto de justicia. No cambia lo que ocurrió, pero sí transforma nuestra relación con ello, permitiéndonos comprenderlo de una manera más completa, iluminando rincones oscuros y acercándonos a verdades que antes permanecían ocultas.

La Historia no es un archivo cerrado, sino un caso abierto. Un diálogo que nunca termina.

 


jueves, diciembre 25, 2025

LA HISTORIA Y SU SENTIDO DE LA VERDAD

 



(Literatura digital)

Se analiza la naturaleza de la historia como una disciplina que converge entre el rigor científico, la narrativa artística y la profundidad filosófica. A diferencia de las ciencias exactas, la historia no recupera hechos directos, sino que reconstruye la verdad a partir de fragmentos, testimonios y rastros dejados por el tiempo. Esta labor produce una verdad provisional que no se desecha ante nuevos hallazgos, sino que se transforma a través de nuevas interpretaciones culturales y sociales. La disciplina no pretende alcanzar certezas absolutas, sino generar sentidos éticos y honestos sobre el pasado. En última instancia, la fortaleza del conocimiento histórico reside en su capacidad de revisión constante y en su conciencia de los límites intelectuales.

Existen distintas maneras de habitar el mundo. La filosofía interroga el sentido, la ciencia explica los hechos y el arte expresa la experiencia. La Historia ocupa un lugar singular: se apoya en métodos científicos para reconstruir lo ocurrido, se expresa narrativamente para hacerlo comprensible y se orienta, en el fondo, por una mirada filosófica del mundo.

Por eso, cuando afirmamos que la Historia busca la verdad, es necesario precisar qué tipo de verdad. La Historia no accede a los hechos en sí, sino a sus huellas: documentos, testimonios, restos y silencios. A partir de ellas, construye una comprensión siempre provisoria y situada.

En este sentido, la Historia, al igual que la Ciencia, trabaja con verdades provisorias. Pero mientras la Ciencia corrige o reemplaza sus verdades, la Historia las reinterpreta, porque cambian las preguntas, los marcos culturales y las voces que pueden ser escuchadas.

Así, puede decirse que la Historia busca comprender cómo y por qué ocurrieron los hechos del pasado, no como sucedieron en sí, sino como hoy podemos explicarlos e interpretarlos a partir de las huellas que dejaron.

En esa conciencia de límite —lejos de debilitarla— reside su mayor fortaleza intelectual y ética.




lunes, diciembre 22, 2025

DON VENANCIO RAMOS

 


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(Literatura digital)

Ficha de la obra

  • Título: “Don Venancio Ramos”
  • Autora: Patricia Bugallo (2010)
  • Técnica: Óleo (original, basada en foto familiar)
  • Medidas: 50 × 40 cm
  • Género: retrato costumbrista / retrato de memoria familiar (con escena)

"Contexto Familiar"

·         Artista: Patricia Bugallo.

·         Sujeto del cuadro: Venancio Ramos.

·         Relación entre ellos: Venancio Ramos es el abuelo político de Patricia Bugallo.

Lo que un Cuadro nos Enseña sobre la Memoria y el Arte

Todos tenemos esa caja de fotografías antiguas, ese álbum cuyas páginas se pegan un poco. Al mirarlas, vemos rostros familiares congelados en un instante: una sonrisa, una pose, un momento que ya pasó. Son reliquias valiosas, fragmentos de nuestra historia. Pero una pintura, a diferencia de una foto, no se conforma con registrar; se atreve a destilar la esencia de una persona, a filtrar el ruido del tiempo y a convertir un recuerdo personal en una herencia universal.

La obra "Don Venancio Ramos" de la artista Patricia Bugallo es un ejemplo perfecto. A primera vista, es el retrato de un hombre de campo con su caballo. Pero si miramos con atención de curador, descubrimos un manual sobre cómo el arte puede custodiar la memoria.

Cinco Secretos que el Retrato nos Revela

Vamos a desmontar esta obra para descubrir los cinco hallazgos más reveladores que nos ofrece sobre el poder del arte para contar las historias que de verdad importan.

1. Más que un retrato: es un acto de memoria familiar.

Lo primero que debemos saber es que esta obra nace en el corazón de la familia. La artista, Patricia Bugallo, pintó a Venancio Ramos, el abuelo de su esposo. Pero el dato crucial es este: que una ama de casa, madre de tres hijos y amante de la pintura, decida tomar una foto familiar y convertirla en óleo, es en sí mismo un gesto cultural precioso. Su taller es su casa; su inspiración, la vida cotidiana.

Este hecho lo cambia todo. La pintura deja de ser una "representación" para convertirse en un "acto de familia". Es una declaración íntima para proteger la memoria de un linaje frente al olvido, un acto de amor donde el arte se pone al servicio de lo esencial.

2. El caballo no es un extra: es el segundo retratado.

En muchos retratos ecuestres, el caballo es un símbolo de estatus o un simple accesorio. Aquí no. El animal funciona como una "extensión identitaria" de Don Venancio. Observemos cómo el brazo del hombre se apoya con naturalidad sobre el lomo del animal, creando un "puente" visual y una "diagonal afectiva" que los une indisolublemente.

La composición no dice "yo", sino "yo y lo mío". Refleja una unidad de vida inseparable entre el hombre de campo y su animal, un poderoso símbolo de orgullo, cuidado mutuo y tradición. El caballo no está con él; es el “segundo retratado”, una parte indivisible de su identidad.

3. La paleta de colores es una máquina del tiempo.

La obra está dominada por colores terrosos y cálidos: ocres, sienas y marrones. Esta elección técnica es una decisión deliberada que cumple una doble función magistral. Por un lado, evoca la estética inconfundible de una fotografía antigua en sepia, transportándonos de inmediato al tiempo de la memoria, a un pasado que se siente lejano pero familiar.

Pero, a diferencia de una foto que se desvanece, el óleo le añade un "pulso de materia y vida". La pintura hace que el recuerdo se sienta presente, tangible, con una textura que casi podemos tocar. El color aquí no solo decora la escena, sino que nos cuenta una historia sobre el tiempo y la permanencia. Como si el cuadro dijera: “así fue, así permanece”.

4. El secreto está en lo que no se ve: el poder de un fondo silencioso.

Mire más allá de las figuras principales. ¿Qué hay detrás? Una pared de ladrillos, un árbol apenas sugerido. El fondo es "deliberadamente silencioso". Esta es una estrategia artística clave, lograda con una técnica precisa que el análisis llama "Jerarquía de bordes": más nítidos en las figuras principales, más blandos y difuminados en el fondo.

El objetivo es darle al recuerdo "cuerpo, pero no ruido". Al eliminar las distracciones del entorno, la artista obliga a nuestra mirada a centrarse por completo en la dignidad de Don Venancio y la nobleza de su caballo. Esta economía de detalles no es una carencia, sino una elección inteligente que dota a las figuras de una presencia monumental.

5. La verdadera épica está en lo cotidiano.

Este cuadro no retrata a un general en plena batalla ni a un héroe de leyenda. Dialoga con una tradición argentina y litoraleña para retratar a "un hombre íntegro". Los símbolos culturales que vemos —su vestimenta de campo, el apero cuidadosamente adornado— no son adornos, sino expresiones de dignidad, de oficio y de pertenencia a una tierra.

La obra rescata un tipo de heroísmo que a menudo pasamos por alto. El verdadero alcance de este gesto queda resumido a la perfección en el análisis de la obra:

El cuadro no pinta un “héroe” épico: pinta un hombre íntegro. Y eso, culturalmente, es enorme: rescata la épica mínima de los que sostuvieron familias y territorios sin discursos.

Este retrato eleva la vida común a un acto de heroísmo silencioso y fundamental, recordándonos que las grandes historias a menudo se construyen con pequeños gestos de dignidad diaria.

La Memoria que se Hace Herencia

"Don Venancio Ramos" nos enseña que una obra aparentemente sencilla puede contener profundas capas de significado sobre la familia, la identidad y la lucha contra el tiempo. Patricia Bugallo no solo pintó al abuelo de su esposo; convirtió el recuerdo en imagen y la imagen en herencia, usando el óleo como un resguardo contra el olvido. Así, el arte más poderoso a menudo no está en los grandes museos, sino en las paredes de una casa, custodiando las historias que nos dan forma.

 

 


sábado, diciembre 20, 2025

JORGE ADRIÁN RAMOS MÉDICO Y ARTISTA (2025)

 

 Jorge Adrián y su Perro
Dibujo realizado por Jorge Adrián Ramos (2025)
En diciembre, el mes de su recepción académica  

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(Literatura digital)

Lo que un simple perro en una esquina puede enseñarnos sobre el arte y la vida

Vivimos en la era del scroll infinito. Deslizamos el dedo por pantallas que nos ofrecen un torrente de imágenes espectaculares, ruidosas y diseñadas para capturar nuestra atención en una fracción de segundo. Sin embargo, de vez en cuando, una obra silenciosa y modesta nos obliga a detenernos. No grita, no exige, simplemente está, y en su quietud, nos invita a mirar de cerca.

Este es el caso de un dibujo monocromático del artista Jorge Adrián Ramos: un perro negro que descansa en una esquina. La obra, de un formato íntimo de apenas 30 por 20 centímetros —casi como una página de cuaderno—, exige proximidad. Su escala nos obliga físicamente a inclinarnos, a callar y a participar en el acto que la propia pieza defiende. A primera vista, la escena es simple, pero si aceptamos su invitación y le dedicamos un momento, descubrimos que esta obra es un pequeño tratado sobre la paciencia, la observación y el afecto. En sus líneas se esconden lecciones profundas no solo sobre el arte de dibujar, sino sobre el arte de ver el mundo.

La Mirada de un Médico: Observar sin Intervenir

¿Qué tiene que ver la medicina con el arte? En esta obra, todo. El artista, Jorge Adrián Ramos, es un médico recién recibido, y su formación parece impregnar cada trazo del dibujo. Se percibe en él un "ojo clínico", una capacidad de observación precisa que no busca idealizar ni corregir el cuerpo que tiene delante, sino comprenderlo y representarlo con un respeto absoluto.

Esta mirada no invasiva es una lección de ética tanto artística como médica. El perro no es una versión embellecida de sí mismo; su cuerpo pesa, se rinde al suelo, existe con una verdad anatómica innegable. La obra nos enseña a aceptar el cuerpo como es, a registrarlo sin juzgarlo. Es la práctica de observar sin intervenir, un principio que da una profundidad silenciosa y poderosa al dibujo.

La Ilusión de la Simplicidad: Un Arte que No Admite Errores

Lo que parece sencillo es, en realidad, inmensamente complejo. La obra está realizada con tinta sobre papel, utilizando microfibras ultra finas. Esta técnica tiene una condición implacable: no hay corrección posible. Cada línea que se traza es definitiva. El aparente "gris" del pelaje, la pared o el mueble no está pintado; es el resultado de una acumulación metódica de miles de líneas individuales. El artista utiliza un rayado paralelo, especialmente en la pared y el piso, para crear un "tono base" uniforme, casi como un silencio gráfico. Sobre esa quietud, aplica un tramado cruzado para construir densidad y volumen.

Construir volumen y textura de esta manera exige un pulso estable, una paciencia extrema y una disciplina férrea. En nuestra cultura de la inmediatez y las soluciones fáciles, una obra así es un recordatorio del valor del oficio y la dedicación. Nos enseña a apreciar el proceso lento y deliberado, donde cada pequeña decisión contribuye a crear un todo coherente y lleno de vida.

El Poder de una Esquina: Más que un Lugar, un Refugio

La composición no es casual. Jorge elige deliberadamente situar al perro en una esquina, un espacio cargado de simbolismo. Una esquina puede ser un lugar de resguardo o refugio, pero también puede sugerir encierrolímite o pausa. Es un espacio de intimidad, un lugar donde uno se retira para descansar.

La elección de este escenario psicológico transforma una escena cotidiana en una metáfora potente. Nos recuerda que los momentos más significativos no siempre suceden en el centro del escenario, bajo los reflectores. Como bien se ha señalado sobre esta obra:

El perro en la esquina es una metáfora sencilla pero potente: la vida no siempre ocurre en el centro; muchas veces ocurre en los márgenes, en lo bajo, en el piso, en lo que acompaña.

Dibujar es un Vínculo: Cuando la Técnica se Convierte en Afecto

La técnica, en manos de un artista sensible, se vuelve un gesto afectivo. Las miles de micro-decisiones que componen el dibujo —la dirección de las tramas que siguen la anatomía del perro, el ritmo de las líneas que modelan su musculatura— no son solo soluciones técnicas. Son una forma de atención, de cuidado.

Dibujar un ser vivo con este nivel de detalle es una manera de estar con él, de crear un vínculo que trasciende la mera representación. El acto de trazar pacientemente cada contorno y cada sombra se convierte en una caricia, en una prueba de que la atención profunda es, en sí misma, una forma de afecto. La obra nos enseña que el verdadero arte no solo muestra, sino que conecta.

La Dignidad de lo Cotidiano: Grandeza en el Silencio

No hay héroes ni dramas en esta escena, y ahí radica su grandeza. Estamos ante una obra de "realismo doméstico": un mueble gastado, un piso común, un perro que duerme. No hay idealización, solo la serena aceptación de lo real. El artista confiere una dignidad silenciosa a un momento que de otro modo pasaría desapercibido.

Este dibujo nos invita a encontrar valor en lo no espectacular, en la belleza tranquila de la vida cotidiana. Su poder no reside en lo que muestra, sino en cómo lo muestra: con respeto, calma y una profunda sensibilidad. Es un manifiesto visual contra el ruido.

Esta no es una obra “espectacular”. Y justamente por eso es valiosa. Tiene: oficio, sensibilidad, mirada, y una ética del hacer. No grita. No busca agradar. Está.

El Valor de lo que No Grita

El dibujo de Jorge Adrián Ramos nos demuestra que no se necesita un tema grandilocuente ni colores vibrantes para crear una obra de arte profunda. A veces, el significado más hondo se encuentra en las escenas más silenciosas, esperando pacientemente a que un observador atento se detenga a escucharlo. Nos enseña a valorar el oficio, a mirar con empatía y a encontrar la belleza en los rincones olvidados de nuestra propia existencia.

 


lunes, diciembre 15, 2025

EDUCACIÓN DEPORTIVA

 



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(Literatura digital)

La educación deportiva cuesta encuadrarla dentro de las tres categorías clásicas de conocimiento (Filosofía, Ciencia y Arte) porque, aun cuando participa de las tres, introduce algo específico: el cuerpo vivido como lugar de conciencia.

Cuando hablamos del cuerpo vivido como lugar de conciencia nos referimos a que la conciencia no nace primero como idea ni como reflexión, sino como experiencia. Antes de pensar, el ser humano siente; antes de comprender, actúa. El cuerpo no es solo un objeto biológico que tenemos, sino el espacio desde el cual habitamos el mundo, aprendemos el límite, la regla, el esfuerzo y la presencia del otro. En ese cuerpo que se mueve, se equivoca y persevera, la conciencia no se explica: se ejercita.

1. Por qué la educación deportiva incomoda el esquema clásico

Filosofía, Ciencia y Arte son, históricamente, formas de conciencia mediadas por el lenguaje:

  • conceptos (filosofía),
  • modelos y datos (ciencia),
  • símbolos y metáforas (arte).

La educación deportiva, en cambio:

  • no parte del lenguaje,
  • no se aprende principalmente leyendo,
  • no se consolida pensando,

sino haciendo, repitiendo, fallando, corrigiendo con el cuerpo.

Por eso genera la sensación de que “queda afuera”, cuando en realidad opera en otro nivel.


2. El deporte como escuela de conciencia encarnada

La educación deportiva no es solo técnica ni solo recreación. Es, en términos profundos, una pedagogía del límite.

En el deporte se aprende:

  • que el cuerpo tiene posibilidades y restricciones,
  • que el esfuerzo precede al resultado,
  • que el error no es un fracaso moral, sino parte del proceso,
  • que el otro no es un enemigo, sino una condición del juego,
  • que hay reglas que no se negocian en el momento de la acción.

Nada de eso se aprende diciéndolo.
Se aprende viviéndolo.

Esto la convierte en una escuela de conciencia práctica, previa incluso a la reflexión filosófica.


3. Cómo se vincula con las tres categorías

La educación deportiva no es una cuarta categoría, pero tampoco es solo un “subproducto”. Es más justo verla como un territorio de integración. 

Con la Filosofía

El deporte enseña, sin nombrarlos:

  • el sentido del límite,
  • la noción de justicia,
  • la relación entre libertad y regla,
  • la ética del esfuerzo.

Es una filosofía vivida, no argumentada.

Con la Ciencia

El deporte se apoya en:

Pero el deportista no estudia esos saberes para actuar:
los encarna.

Con el Arte

Hay gesto, ritmo, estilo, improvisación.
Un movimiento bien ejecutado tiene algo de:

El deporte, en su mejor expresión, es belleza funcional.


4. Entonces, ¿qué es lo específico del deporte?

Si tuviéramos que nombrarlo sin forzar el esquema, podríamos decir:

👉 La educación deportiva es una pedagogía del carácter a través del cuerpo.

Forma:

Todo eso ocurre antes de que el sujeto pueda explicarlo.

Por eso es tan poderosa en la infancia… y tan difícil de reemplazar por otros medios educativos.


5. Una clave conceptual

La educación deportiva enseña algo que ni la Filosofía, ni la Ciencia, ni el Arte logran transmitir por sí solas:

👉 que la conciencia no solo piensa: también se ejercita.

Tal vez por eso te cuesta “dejarla dentro” de las tres categorías:
porque el deporte no es solo una forma de conocer el mundo,
sino una forma de aprender a estar en él con el cuerpo, con otros y con reglas.


6. El fútbol infantil y la conciencia que se ejercita

Pensar la educación deportiva solo como una actividad física es perder de vista su potencia formativa más profunda. Lo comprendí con claridad acompañando a mi nieto Santi en su recorrido por el fútbol infantil. Allí, en una cancha modesta, con reglas simples y emociones intensas, ocurre algo que ninguna explicación teórica logra reemplazar.

En cada entrenamiento y en cada partido, Santi no solo aprende a patear una pelota. Aprende a esperar su turno, a aceptar una decisión que no siempre es justa, a sostener el esfuerzo cuando el cansancio aparece, a ser parte de un equipo aun cuando no sea protagonista. Nada de eso se enseña con palabras. Se aprende con el cuerpo, en la experiencia.

La filosofía habla del límite, la ciencia explica el funcionamiento, el arte celebra el gesto. Pero el deporte infantil los integra sin nombrarlos. La regla se vuelve ética vivida, el error se transforma en aprendizaje, el movimiento adquiere forma y sentido. La conciencia no reflexiona todavía: se ejercita.

Tal vez por eso la educación deportiva ocupa un lugar tan singular. No es una cuarta categoría del conocimiento, pero sí un espacio privilegiado donde el carácter comienza a formarse antes del discurso. Viendo a Santi jugar, entendí que hay aprendizajes que solo ocurren en movimiento, con otros, y bajo reglas que enseñan, sin decirlo, cómo estar en el mundo.