lunes, diciembre 22, 2025

DON VENANCIO RAMOS

 


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(Literatura digital)

Ficha de la obra

  • Título: “Don Venancio Ramos”
  • Autora: Patricia Bugallo (2010)
  • Técnica: Óleo (original, basada en foto familiar)
  • Medidas: 50 × 40 cm
  • Género: retrato costumbrista / retrato de memoria familiar (con escena)

"Contexto Familiar"

·         Artista: Patricia Bugallo.

·         Sujeto del cuadro: Venancio Ramos.

·         Relación entre ellos: Venancio Ramos es el abuelo político de Patricia Bugallo.

Lo que un Cuadro nos Enseña sobre la Memoria y el Arte

Todos tenemos esa caja de fotografías antiguas, ese álbum cuyas páginas se pegan un poco. Al mirarlas, vemos rostros familiares congelados en un instante: una sonrisa, una pose, un momento que ya pasó. Son reliquias valiosas, fragmentos de nuestra historia. Pero una pintura, a diferencia de una foto, no se conforma con registrar; se atreve a destilar la esencia de una persona, a filtrar el ruido del tiempo y a convertir un recuerdo personal en una herencia universal.

La obra "Don Venancio Ramos" de la artista Patricia Bugallo es un ejemplo perfecto. A primera vista, es el retrato de un hombre de campo con su caballo. Pero si miramos con atención de curador, descubrimos un manual sobre cómo el arte puede custodiar la memoria.

Cinco Secretos que el Retrato nos Revela

Vamos a desmontar esta obra para descubrir los cinco hallazgos más reveladores que nos ofrece sobre el poder del arte para contar las historias que de verdad importan.

1. Más que un retrato: es un acto de memoria familiar.

Lo primero que debemos saber es que esta obra nace en el corazón de la familia. La artista, Patricia Bugallo, pintó a Venancio Ramos, el abuelo de su esposo. Pero el dato crucial es este: que una ama de casa, madre de tres hijos y amante de la pintura, decida tomar una foto familiar y convertirla en óleo, es en sí mismo un gesto cultural precioso. Su taller es su casa; su inspiración, la vida cotidiana.

Este hecho lo cambia todo. La pintura deja de ser una "representación" para convertirse en un "acto de familia". Es una declaración íntima para proteger la memoria de un linaje frente al olvido, un acto de amor donde el arte se pone al servicio de lo esencial.

2. El caballo no es un extra: es el segundo retratado.

En muchos retratos ecuestres, el caballo es un símbolo de estatus o un simple accesorio. Aquí no. El animal funciona como una "extensión identitaria" de Don Venancio. Observemos cómo el brazo del hombre se apoya con naturalidad sobre el lomo del animal, creando un "puente" visual y una "diagonal afectiva" que los une indisolublemente.

La composición no dice "yo", sino "yo y lo mío". Refleja una unidad de vida inseparable entre el hombre de campo y su animal, un poderoso símbolo de orgullo, cuidado mutuo y tradición. El caballo no está con él; es el “segundo retratado”, una parte indivisible de su identidad.

3. La paleta de colores es una máquina del tiempo.

La obra está dominada por colores terrosos y cálidos: ocres, sienas y marrones. Esta elección técnica es una decisión deliberada que cumple una doble función magistral. Por un lado, evoca la estética inconfundible de una fotografía antigua en sepia, transportándonos de inmediato al tiempo de la memoria, a un pasado que se siente lejano pero familiar.

Pero, a diferencia de una foto que se desvanece, el óleo le añade un "pulso de materia y vida". La pintura hace que el recuerdo se sienta presente, tangible, con una textura que casi podemos tocar. El color aquí no solo decora la escena, sino que nos cuenta una historia sobre el tiempo y la permanencia. Como si el cuadro dijera: “así fue, así permanece”.

4. El secreto está en lo que no se ve: el poder de un fondo silencioso.

Mire más allá de las figuras principales. ¿Qué hay detrás? Una pared de ladrillos, un árbol apenas sugerido. El fondo es "deliberadamente silencioso". Esta es una estrategia artística clave, lograda con una técnica precisa que el análisis llama "Jerarquía de bordes": más nítidos en las figuras principales, más blandos y difuminados en el fondo.

El objetivo es darle al recuerdo "cuerpo, pero no ruido". Al eliminar las distracciones del entorno, la artista obliga a nuestra mirada a centrarse por completo en la dignidad de Don Venancio y la nobleza de su caballo. Esta economía de detalles no es una carencia, sino una elección inteligente que dota a las figuras de una presencia monumental.

5. La verdadera épica está en lo cotidiano.

Este cuadro no retrata a un general en plena batalla ni a un héroe de leyenda. Dialoga con una tradición argentina y litoraleña para retratar a "un hombre íntegro". Los símbolos culturales que vemos —su vestimenta de campo, el apero cuidadosamente adornado— no son adornos, sino expresiones de dignidad, de oficio y de pertenencia a una tierra.

La obra rescata un tipo de heroísmo que a menudo pasamos por alto. El verdadero alcance de este gesto queda resumido a la perfección en el análisis de la obra:

El cuadro no pinta un “héroe” épico: pinta un hombre íntegro. Y eso, culturalmente, es enorme: rescata la épica mínima de los que sostuvieron familias y territorios sin discursos.

Este retrato eleva la vida común a un acto de heroísmo silencioso y fundamental, recordándonos que las grandes historias a menudo se construyen con pequeños gestos de dignidad diaria.

La Memoria que se Hace Herencia

"Don Venancio Ramos" nos enseña que una obra aparentemente sencilla puede contener profundas capas de significado sobre la familia, la identidad y la lucha contra el tiempo. Patricia Bugallo no solo pintó al abuelo de su esposo; convirtió el recuerdo en imagen y la imagen en herencia, usando el óleo como un resguardo contra el olvido. Así, el arte más poderoso a menudo no está en los grandes museos, sino en las paredes de una casa, custodiando las historias que nos dan forma.

 

 


sábado, diciembre 20, 2025

JORGE ADRIÁN RAMOS MÉDICO Y ARTISTA (2025)

 

 Jorge Adrián y su Perro
Dibujo realizado por Jorge Adrián Ramos (2025)
En diciembre, el mes de su recepción académica  

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(Literatura digital)

Lo que un simple perro en una esquina puede enseñarnos sobre el arte y la vida

Vivimos en la era del scroll infinito. Deslizamos el dedo por pantallas que nos ofrecen un torrente de imágenes espectaculares, ruidosas y diseñadas para capturar nuestra atención en una fracción de segundo. Sin embargo, de vez en cuando, una obra silenciosa y modesta nos obliga a detenernos. No grita, no exige, simplemente está, y en su quietud, nos invita a mirar de cerca.

Este es el caso de un dibujo monocromático del artista Jorge Adrián Ramos: un perro negro que descansa en una esquina. La obra, de un formato íntimo de apenas 30 por 20 centímetros —casi como una página de cuaderno—, exige proximidad. Su escala nos obliga físicamente a inclinarnos, a callar y a participar en el acto que la propia pieza defiende. A primera vista, la escena es simple, pero si aceptamos su invitación y le dedicamos un momento, descubrimos que esta obra es un pequeño tratado sobre la paciencia, la observación y el afecto. En sus líneas se esconden lecciones profundas no solo sobre el arte de dibujar, sino sobre el arte de ver el mundo.

La Mirada de un Médico: Observar sin Intervenir

¿Qué tiene que ver la medicina con el arte? En esta obra, todo. El artista, Jorge Adrián Ramos, es un médico recién recibido, y su formación parece impregnar cada trazo del dibujo. Se percibe en él un "ojo clínico", una capacidad de observación precisa que no busca idealizar ni corregir el cuerpo que tiene delante, sino comprenderlo y representarlo con un respeto absoluto.

Esta mirada no invasiva es una lección de ética tanto artística como médica. El perro no es una versión embellecida de sí mismo; su cuerpo pesa, se rinde al suelo, existe con una verdad anatómica innegable. La obra nos enseña a aceptar el cuerpo como es, a registrarlo sin juzgarlo. Es la práctica de observar sin intervenir, un principio que da una profundidad silenciosa y poderosa al dibujo.

La Ilusión de la Simplicidad: Un Arte que No Admite Errores

Lo que parece sencillo es, en realidad, inmensamente complejo. La obra está realizada con tinta sobre papel, utilizando microfibras ultra finas. Esta técnica tiene una condición implacable: no hay corrección posible. Cada línea que se traza es definitiva. El aparente "gris" del pelaje, la pared o el mueble no está pintado; es el resultado de una acumulación metódica de miles de líneas individuales. El artista utiliza un rayado paralelo, especialmente en la pared y el piso, para crear un "tono base" uniforme, casi como un silencio gráfico. Sobre esa quietud, aplica un tramado cruzado para construir densidad y volumen.

Construir volumen y textura de esta manera exige un pulso estable, una paciencia extrema y una disciplina férrea. En nuestra cultura de la inmediatez y las soluciones fáciles, una obra así es un recordatorio del valor del oficio y la dedicación. Nos enseña a apreciar el proceso lento y deliberado, donde cada pequeña decisión contribuye a crear un todo coherente y lleno de vida.

El Poder de una Esquina: Más que un Lugar, un Refugio

La composición no es casual. Jorge elige deliberadamente situar al perro en una esquina, un espacio cargado de simbolismo. Una esquina puede ser un lugar de resguardo o refugio, pero también puede sugerir encierrolímite o pausa. Es un espacio de intimidad, un lugar donde uno se retira para descansar.

La elección de este escenario psicológico transforma una escena cotidiana en una metáfora potente. Nos recuerda que los momentos más significativos no siempre suceden en el centro del escenario, bajo los reflectores. Como bien se ha señalado sobre esta obra:

El perro en la esquina es una metáfora sencilla pero potente: la vida no siempre ocurre en el centro; muchas veces ocurre en los márgenes, en lo bajo, en el piso, en lo que acompaña.

Dibujar es un Vínculo: Cuando la Técnica se Convierte en Afecto

La técnica, en manos de un artista sensible, se vuelve un gesto afectivo. Las miles de micro-decisiones que componen el dibujo —la dirección de las tramas que siguen la anatomía del perro, el ritmo de las líneas que modelan su musculatura— no son solo soluciones técnicas. Son una forma de atención, de cuidado.

Dibujar un ser vivo con este nivel de detalle es una manera de estar con él, de crear un vínculo que trasciende la mera representación. El acto de trazar pacientemente cada contorno y cada sombra se convierte en una caricia, en una prueba de que la atención profunda es, en sí misma, una forma de afecto. La obra nos enseña que el verdadero arte no solo muestra, sino que conecta.

La Dignidad de lo Cotidiano: Grandeza en el Silencio

No hay héroes ni dramas en esta escena, y ahí radica su grandeza. Estamos ante una obra de "realismo doméstico": un mueble gastado, un piso común, un perro que duerme. No hay idealización, solo la serena aceptación de lo real. El artista confiere una dignidad silenciosa a un momento que de otro modo pasaría desapercibido.

Este dibujo nos invita a encontrar valor en lo no espectacular, en la belleza tranquila de la vida cotidiana. Su poder no reside en lo que muestra, sino en cómo lo muestra: con respeto, calma y una profunda sensibilidad. Es un manifiesto visual contra el ruido.

Esta no es una obra “espectacular”. Y justamente por eso es valiosa. Tiene: oficio, sensibilidad, mirada, y una ética del hacer. No grita. No busca agradar. Está.

El Valor de lo que No Grita

El dibujo de Jorge Adrián Ramos nos demuestra que no se necesita un tema grandilocuente ni colores vibrantes para crear una obra de arte profunda. A veces, el significado más hondo se encuentra en las escenas más silenciosas, esperando pacientemente a que un observador atento se detenga a escucharlo. Nos enseña a valorar el oficio, a mirar con empatía y a encontrar la belleza en los rincones olvidados de nuestra propia existencia.

 


lunes, diciembre 15, 2025

EDUCACIÓN DEPORTIVA

 



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(Literatura digital)

La educación deportiva cuesta encuadrarla dentro de las tres categorías clásicas de conocimiento (Filosofía, Ciencia y Arte) porque, aun cuando participa de las tres, introduce algo específico: el cuerpo vivido como lugar de conciencia.

Cuando hablamos del cuerpo vivido como lugar de conciencia nos referimos a que la conciencia no nace primero como idea ni como reflexión, sino como experiencia. Antes de pensar, el ser humano siente; antes de comprender, actúa. El cuerpo no es solo un objeto biológico que tenemos, sino el espacio desde el cual habitamos el mundo, aprendemos el límite, la regla, el esfuerzo y la presencia del otro. En ese cuerpo que se mueve, se equivoca y persevera, la conciencia no se explica: se ejercita.

1. Por qué la educación deportiva incomoda el esquema clásico

Filosofía, Ciencia y Arte son, históricamente, formas de conciencia mediadas por el lenguaje:

  • conceptos (filosofía),
  • modelos y datos (ciencia),
  • símbolos y metáforas (arte).

La educación deportiva, en cambio:

  • no parte del lenguaje,
  • no se aprende principalmente leyendo,
  • no se consolida pensando,

sino haciendo, repitiendo, fallando, corrigiendo con el cuerpo.

Por eso genera la sensación de que “queda afuera”, cuando en realidad opera en otro nivel.


2. El deporte como escuela de conciencia encarnada

La educación deportiva no es solo técnica ni solo recreación. Es, en términos profundos, una pedagogía del límite.

En el deporte se aprende:

  • que el cuerpo tiene posibilidades y restricciones,
  • que el esfuerzo precede al resultado,
  • que el error no es un fracaso moral, sino parte del proceso,
  • que el otro no es un enemigo, sino una condición del juego,
  • que hay reglas que no se negocian en el momento de la acción.

Nada de eso se aprende diciéndolo.
Se aprende viviéndolo.

Esto la convierte en una escuela de conciencia práctica, previa incluso a la reflexión filosófica.


3. Cómo se vincula con las tres categorías

La educación deportiva no es una cuarta categoría, pero tampoco es solo un “subproducto”. Es más justo verla como un territorio de integración. 

Con la Filosofía

El deporte enseña, sin nombrarlos:

  • el sentido del límite,
  • la noción de justicia,
  • la relación entre libertad y regla,
  • la ética del esfuerzo.

Es una filosofía vivida, no argumentada.

Con la Ciencia

El deporte se apoya en:

Pero el deportista no estudia esos saberes para actuar:
los encarna.

Con el Arte

Hay gesto, ritmo, estilo, improvisación.
Un movimiento bien ejecutado tiene algo de:

El deporte, en su mejor expresión, es belleza funcional.


4. Entonces, ¿qué es lo específico del deporte?

Si tuviéramos que nombrarlo sin forzar el esquema, podríamos decir:

👉 La educación deportiva es una pedagogía del carácter a través del cuerpo.

Forma:

Todo eso ocurre antes de que el sujeto pueda explicarlo.

Por eso es tan poderosa en la infancia… y tan difícil de reemplazar por otros medios educativos.


5. Una clave conceptual

La educación deportiva enseña algo que ni la Filosofía, ni la Ciencia, ni el Arte logran transmitir por sí solas:

👉 que la conciencia no solo piensa: también se ejercita.

Tal vez por eso te cuesta “dejarla dentro” de las tres categorías:
porque el deporte no es solo una forma de conocer el mundo,
sino una forma de aprender a estar en él con el cuerpo, con otros y con reglas.


6. El fútbol infantil y la conciencia que se ejercita

Pensar la educación deportiva solo como una actividad física es perder de vista su potencia formativa más profunda. Lo comprendí con claridad acompañando a mi nieto Santi en su recorrido por el fútbol infantil. Allí, en una cancha modesta, con reglas simples y emociones intensas, ocurre algo que ninguna explicación teórica logra reemplazar.

En cada entrenamiento y en cada partido, Santi no solo aprende a patear una pelota. Aprende a esperar su turno, a aceptar una decisión que no siempre es justa, a sostener el esfuerzo cuando el cansancio aparece, a ser parte de un equipo aun cuando no sea protagonista. Nada de eso se enseña con palabras. Se aprende con el cuerpo, en la experiencia.

La filosofía habla del límite, la ciencia explica el funcionamiento, el arte celebra el gesto. Pero el deporte infantil los integra sin nombrarlos. La regla se vuelve ética vivida, el error se transforma en aprendizaje, el movimiento adquiere forma y sentido. La conciencia no reflexiona todavía: se ejercita.

Tal vez por eso la educación deportiva ocupa un lugar tan singular. No es una cuarta categoría del conocimiento, pero sí un espacio privilegiado donde el carácter comienza a formarse antes del discurso. Viendo a Santi jugar, entendí que hay aprendizajes que solo ocurren en movimiento, con otros, y bajo reglas que enseñan, sin decirlo, cómo estar en el mundo.


 

domingo, diciembre 14, 2025

CÓMO TU CEREBRO CONSTRUYE LA REALIDAD

 


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(Literatura digital)

¿Crees que tu memoria es como una cámara de video, registrando los hechos tal como ocurrieron? ¿O que tus ojos te muestran el mundo tal cual es? La mayoría de nosotros tendemos a pensar que nuestra mente es un receptor pasivo y preciso de la realidad, una especie de espejo que refleja fielmente lo que sucede a nuestro alrededor.

Sin embargo, la neurociencia y la psicología cognitiva nos cuentan una historia muy diferente. Este artículo revelará cinco hechos sorprendentes y contraintuitivos sobre la percepción y la memoria que demuestran que nuestro cerebro no es un simple espectador, sino el ingenioso y creativo director de la película de nuestra realidad.

1. Tu memoria no es una grabadora, es una artista creativa

Lejos de ser un archivo digital que almacena experiencias con perfecta fidelidad, la memoria explícita es un proceso de reconstrucción. Cada vez que accedes a un recuerdo, no estás "reproduciendo" una grabación, sino que la estás reescribiendo, como un documento de Microsoft Word que se modifica con cada apertura. La memoria se asemeja más a un palimpsesto, un manuscrito antiguo sobre el que se ha escrito varias veces, borrando parcialmente la escritura anterior.

Esto se debe a que tendemos a recordar el significado general y las estructuras abstractas de un evento, no los detalles precisos. Un clásico experimento con jugadores de ajedrez lo ilustra a la perfección: a expertos y principiantes se les pide que memoricen la posición de las piezas en un tablero durante cinco segundos. Cuando las piezas forman una jugada real, los expertos recuerdan la posición de unas 16 piezas, mientras que los principiantes apenas recuerdan 4. Pero si las piezas se colocan al azar, los expertos no lo hacen mejor que los principiantes. Esto demuestra que la memoria no codifica datos visuales en bruto, sino el significado y la estructura.

Como explica el neurocientífico Eric Kandel, este proceso no es una invención consciente, sino una interpretación para dar sentido a lo vivido.

"Los sujetos no estaban inventando: simplemente estaban interpretando el material original para darle así sentido al recuerdo…. Observaciones como estas nos llevan a pensar que la memoria explícita de acontecimientos pasados es un proceso creativo de síntesis o reconstrucción"

Este hecho es fundamental: nos obliga a cuestionar la certeza de nuestros recuerdos más vívidos y a entender que la memoria es más una historia que nos contamos a nosotros mismos que un registro fáctico e inmutable.

2. El olvido es el superpoder secreto del pensamiento

Inspirados en el personaje de Borges, "Funes el memorioso", que lo recordaba todo y por eso era incapaz de pensar, descubrimos una paradoja fascinante: para pensar es absolutamente necesario olvidar. Funes estaba paralizado por un torrente infinito de detalles; su incapacidad para olvidar le impedía realizar la función más esencial del pensamiento: la abstracción.

La relación entre pensamiento, memoria, abstracción y olvido es íntima y fundamental. Esto nos lleva a una conclusión profunda que invierte nuestra idea de la inteligencia: "Pensar es olvidar diferencias, generalizar, abstraer".

La abstracción, que nos permite crear conceptos como "perro", "justicia" o "árbol", solo es posible porque nuestro cerebro descarta la infinidad de detalles irrelevantes de cada experiencia particular. Un ejemplo de este mecanismo son las llamadas "neuronas de Jennifer Aniston". Ubicadas en el hipocampo, estas células crean representaciones abstractas de conceptos, transformando percepciones caóticas en recuerdos manejables. Esta capacidad de representación abstracta es ideal para asociar conceptos, generar relaciones y, en definitiva, para pensar.

3. No ves con tus ojos, ves con tu cerebro (y su experiencia)

Contrario a la creencia popular, la percepción no es una ventana transparente al mundo. Nuestros sentidos recogen información muy pobre, ambigua e incompleta del entorno. Es nuestro cerebro el que, basándose en toda nuestra experiencia pasada, realiza inferencias inconscientes para interpretar esos datos y construir activamente la realidad que experimentamos.

El codescubridor de la estructura del ADN, Francis Crick, lo expresó de manera contundente:

"Lo que ves no es lo que realmente está allí… Ver es un proceso activo, creativo. Tu cerebro hace la mejor interpretación que puede de acuerdo a su experiencia pasada y la información ambigua y limitada provista por tus ojos"

Este proceso creativo demuestra que "No hay percepción sin memoria". No podemos reconocer una cara, un objeto o una palabra sin contrastar la información sensorial del presente con los recuerdos que ya poseemos. Este vínculo inseparable significa que la percepción nunca parte de cero. En un sentido muy real, cada acto de ver es un acto de recordar.

4. Necesitas que tus ojos tiemblen para poder ver un objeto quieto

Aquí tienes un dato que desafía toda lógica intuitiva: tus ojos están en constante movimiento, realizando vibraciones y saltos minúsculos llamados microsacadas y movimientos sacádicos. Si por algún medio se lograra que tus ojos se quedaran perfectamente quietos, los objetos estáticos a tu alrededor desaparecerían de tu vista.

Un ejemplo impactante nos lo da el sapo. La retina de un sapo está diseñada para responder únicamente al movimiento. Por eso, un sapo hambriento es incapaz de percibir una mosca muerta colgada de un hilo inmóvil justo frente a él; literalmente, se moriría de hambre. Esto llevó al científico Denis Baylor a una conclusión brillante: "Mientras más tonto es el animal, más inteligente es su retina". La retina del sapo hace todo el trabajo de procesamiento. En contraste, la retina humana es más "tonta": simplemente envía un torrente de datos a nuestro cerebro, que es mucho más complejo y se encarga de analizar esos temblores oculares constantes para construir una imagen estable de un mundo estático.

5. Las palabras que usas construyen el mundo que percibes

El lenguaje no es una herramienta neutral que simplemente etiqueta una realidad preexistente. El lenguaje organiza, categoriza y modela activamente el "enigmático tropel de sensaciones" que recibimos del mundo. Nuestro cerebro utiliza las palabras, especialmente los sustantivos, para agrupar experiencias dispares en conceptos coherentes.

Jorge Luis Borges lo describió con una belleza inigualable al explicar cómo la palabra "naranja" une sensaciones que no tienen nada en común:

"El mundo aparencial es un tropel de sensaciones barajadas… El lenguaje es un ordenamiento eficaz de esa enigmática abundancia del mundo. Dicho sea con otras palabras: los sustantivos se los inventamos a la realidad. Palpamos un redondel, vemos un montoncito de luz color de madrugada, un cosquilleo nos alegra la boca, y mentimos que esas tres cosas heterogéneas son una sola y que se llama naranja."

Esta influencia es tan profunda que crea diferencias perceptivas entre hablantes de distintos idiomas. Por ejemplo, el idioma ruso tiene dos palabras distintas y básicas para lo que en español llamamos "azul" (goluboy para el azul claro y siniy para el azul oscuro). Esto hace que sus hablantes sean más rápidos en distinguir estas tonalidades. El lenguaje no solo nombra el mundo; lo construye.

Conclusión

La lección que unifica todos estos puntos es clara: nuestra experiencia de la realidad no es una recepción pasiva de información, sino una construcción activa, creativa y profundamente personal. Nuestro cerebro, moldeado por la memoria selectiva, el olvido necesario y el poder estructurador del lenguaje, no nos muestra el mundo tal como es, sino el mundo que es útil y coherente para nosotros.

Esto nos lleva a una reflexión final, inspirada en la "Alegoría de la caverna" de Platón. Si nuestro cerebro construye activamente todo lo que percibimos, ¿hasta qué punto podemos estar seguros de que no estamos simplemente viendo las sombras en la pared de nuestra propia caverna mental?

 

sábado, diciembre 13, 2025

FILOSOFÍA, CIENCIA Y ARTE: TRES FORMAS DE HABITAR EL MUNDO

 






(Literatura digital)

No siempre buscamos comprender el mundo del mismo modo. Hay momentos de la vida en que deseamos explicaciones precisas, otros en los que apenas necesitamos una imagen, y otros —quizás los más hondos— en los que solo una pregunta bien formulada basta para acompañarnos durante años. De esa variación nacen, acaso, la Filosofía, la Ciencia y el Arte, no como disciplinas separadas, sino como distintos estados de la conciencia humana.

La Filosofía aparece cuando el pensamiento se vuelve hacia sí mismo y comienza a interrogar no tanto las cosas, sino el modo en que las pensamos. No ofrece respuestas concluyentes; más bien introduce una demora, una pausa reflexiva que nos obliga a reconsiderar lo que creíamos evidente. En ese detenimiento, el mundo adquiere una profundidad inesperada.

La Ciencia, en cambio, avanza con la paciencia del observador que acepta que toda comprensión es gradual. Acumula indicios, ensaya hipótesis, rectifica errores, y en ese movimiento silencioso va tejiendo una red de explicaciones que, sin otorgar sentido último, nos permite habitar el mundo con mayor claridad y menos incertidumbre práctica.

El Arte surge cuando ni la pregunta ni la explicación alcanzan. Es entonces cuando una sensación, una imagen o un recuerdo —aparentemente trivial— se convierte en revelación. El arte no informa: despierta. Nos devuelve, en una forma sensible, aquello que creíamos perdido en el tiempo.

Quizás la cultura no sea otra cosa que la memoria viva de estos tres gestos: pensar, comprender y sentir. Y quizás conocer el mundo consista, en el fondo, en aprender a reconocer cuándo necesitamos una pregunta, cuándo una explicación y cuándo una emoción que nos devuelva a nosotros mismos.

 



viernes, diciembre 12, 2025

SANTI DEPORTISTA

 




(Literatura digital)

Cuando un niño aprende a ser deportista: la semana de Santi

Hay gestos que parecen pequeños, pero revelan mundos enteros.
Santi, con apenas ocho años, terminó cuarto grado y jugó su primera final en la categoría Sub 9 del Club Cambá Cuá. Hasta ahí, la historia es la de miles de chicos Correntinos que aman la pelota. Pero lo que ocurrió en la semana previa a la final mostró algo más profundo: una forma de cultura, de conocimiento y de identidad que nace mucho antes de la adolescencia.

El cuerpo técnico recomendó evitar los azúcares para llegar mejor al partido decisivo. Y Santi, sin discusiones, sin trampas, sin nostalgias de golosinas, le pidió a su mamá que cocinaran “comidas saludables”. Tomó la indicación como un compromiso personal, como si el cuidado del cuerpo fuera parte del ritual de ponerse la camiseta.

Durante siete días ejerció un autocontrol sorprendente para su edad. No fue una prohibición: fue un proyecto. No fue obediencia ciega: fue sentido. Una forma temprana de comprender que preparar el cuerpo también es preparar el espíritu del juego.

Y entonces llegó la final. Ganaron por penales. Campeones.

Al regresar a su casa, con el corazón todavía latiendo en modo campeonato, Santi hizo algo tan humano como hermoso: se comió seis palitos de helado de agua seguidos. No fue exceso ni capricho; fue un gesto simbólico. La tensión del sacrificio se aflojaba en una celebración íntima, casi un manifiesto infantil: “Cumplí. Ahora puedo festejar.”

Porque los chicos también conocen —a su manera— las lógicas del esfuerzo, del cuidado, del premio y de la libertad. Lo que actuó esta semana en Santi no fue solo disciplina individual: fue el efecto de un ecosistema. Su familia, el club, los técnicos, sus compañeros… todos formaron el escenario cultural donde un niño transforma una recomendación deportiva en una práctica de identidad.

Santi no dejó de asombrarnos por haber evitado dulces. Nos sorprendió por algo más profundo: por mostrar, a los ocho años, que también el juego se piensa, se cuida y se vive con un saber que no siempre está en los libros, pero sí en los vínculos, en las reglas compartidas y en el amor por un equipo.

En esa semana, Santi no solo se preparó para una final.
Aprendió —sin saberlo— que el deporte también es cultura, que el cuerpo también es conocimiento, y que el esfuerzo también construye historias que un abuelo recordará toda la vida.

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