miércoles, noviembre 26, 2025

LA FELICIDAD NO VIENE DE FÁBRICA

 



PODCAST

(Literatura digital)

Durante millones de años, la evolución no trabajó para hacernos felices. Trabajó para algo mucho más básico: que sobrevivamos y dejemos descendencia. Ese fue —y sigue siendo— el programa biológico fundamental que organiza nuestro cerebro, nuestras emociones y gran parte de nuestra conducta.

Desde esta perspectiva, emociones que hoy percibimos como “negativas” —como el miedo, la preocupación, la anticipación del peligro o la sensación de carencia— cumplen una función muy clara: mantenernos vivos. La naturaleza no nos dio un cerebro orientado al bienestar estable, sino una mente vigilante, atenta a cualquier señal que pudiera amenazar nuestra existencia.

La felicidad, por lo tanto, no es un estado biológico de base, sino un subproducto de ciertas conductas que favorecieron nuestra supervivencia: cooperar, vincularnos, aprender, explorar, crear. Pero nada de eso garantiza por sí mismo una vida plena. Para que la felicidad se vuelva algo más que un destello ocasional, necesitamos operar en un nivel superior al biológico.

Ese nivel es la consciencia.

La consciencia: la gran ampliación humana

La consciencia reflexiva —esa capacidad que tenemos de observar lo que sentimos, pensar sobre nuestros pensamientos y narrar nuestra propia vida— es un salto evolutivo que amplía nuestra experiencia del mundo.

Gracias a ella podemos:

  • interpretar nuestras emociones en lugar de reaccionar automáticamente,
  • elegir a qué prestar atención,
  • construir sentido a partir de lo que nos ocurre,
  • transformar un dolor en aprendizaje,
  • y reconocer lo bueno incluso en días imperfectos.

Sin consciencia, viviríamos atrapados en los automatismos de la supervivencia. Con ella, aparece la posibilidad de la felicidad profunda, aquella que no depende de un estímulo inmediato, sino de una vida que encontramos significativa.

Pero la consciencia no crece sola. Se expande cuando entra en contacto con la cultura.

La cultura como segunda naturaleza

La cultura —el arte, la ciencia, la filosofía, las historias, los vínculos, las prácticas compartidas— funciona como una extensión del cerebro. Nos regala herramientas con las que interpretamos el mundo y, al hacerlo, ensancha nuestra capacidad de comprenderlo.

Cada libro leído, cada conversación significativa, cada maestro que nos marcó, cada experiencia estética que nos atravesó… todo eso cambia literalmente la forma en que pensamos y sentimos.

La cultura:

No solo transforma la mente: transforma el cerebro.

La epigenética: cuando la cultura deja huellas en el cuerpo

Hoy sabemos que las experiencias de vida —tanto las positivas como las adversas— pueden modificar la manera en que nuestros genes se expresan. Esto es la epigenética: un conjunto de marcas químicas que actúan como “interruptores” que encienden o apagan determinados genes.

Aprender, meditar, vivir relaciones afectivas seguras, pasar por procesos terapéuticos, desarrollar resiliencia, ampliar la cultura personal… todo eso reorganiza nuestros circuitos neuronales, modula hormonas del estrés y ajusta sistemas biológicos fundamentales.

En otras palabras:

Lo que aprendemos y vivimos no solo cambia nuestra psicología: también moldea nuestra biología.

Incluso existe evidencia de que algunos de estos cambios pueden dejar huellas que se transmiten a hijos y nietos. Así, la cultura y la consciencia no solo mejoran nuestra propia vida: pueden convertirse en un legado biológico y emocional.

Entonces, ¿Cuándo se incorpora la felicidad a la vida?

No cuando la biología lo dicta, sino cuando logramos trascender su programa básico.

La felicidad profunda —la que tiene que ver con el sentido, los vínculos, la plenitud tranquila, el agradecimiento silencioso y la coherencia interior— surge cuando:

  1. Comprendemos nuestra biología,
  2. Desarrollamos consciencia,
  3. Ampliamos nuestra cultura,
  4. Y transformamos, a través de esas experiencias, nuestra epigenética.

No nacemos preparados para ser felices, pero sí nacemos con la capacidad de aprender a serlo y se aprende a través de la intervención de la conciencia, la cultura y la epigenética.

Esa es la belleza del ser humano:
podemos ir más allá de lo que la naturaleza escribió en nosotros,
podemos reescribir nuestra historia,
podemos ampliar la vida,
y podemos —si elegimos hacerlo— construir una felicidad que no depende del azar, sino del crecimiento interior.


martes, noviembre 25, 2025

PERFIL PSICOLÓGICO DEL EMPRENDEDOR

 


PODCAST 

(Literatura digital)

¿Nacen distintos? El perfil psicológico del emprendedor y la aversión a la pérdida

En economía conductual existe una regla casi universal:
las pérdidas duelen más que las ganancias equivalentes.
Kahneman y Tversky demostraron que una pérdida tiene un impacto emocional entre 1,5 y 2,5 veces mayor que el placer de una ganancia similar.
Ese mecanismo —profundamente evolutivo— está diseñado para mantenernos vivos, no para hacernos audaces.

Sin embargo, hay un grupo de personas que parece funcionar distinto: los emprendedores.
Su comportamiento desafía ese diseño mental que heredamos de miles de generaciones que sobrevivieron evitando riesgos.

La pregunta entonces es inevitable:
¿tienen los emprendedores una psicología diferente? ¿Son menos temerosos a las pérdidas?

La respuesta es fascinante.
Y es que sí… pero no por las razones que solemos imaginar.


1. No es que no sientan el miedo: lo reinterpretan

El emprendedor no es un temerario insensible.
Siente el miedo igual que todos, incluso podría sentirlo más intensamente.
La diferencia está en cómo procesa cognitivamente ese miedo.

Mientras la mayoría interpreta un error como una pérdida personal, el emprendedor lo interpreta como:

  • información,
  • experiencia,
  • retroalimentación,
  • un paso dentro del proceso.

En palabras simples:
el fracaso no toca su autoestima.

Eso lo hace emocionalmente más resiliente y cognitivamente más flexible frente a la incertidumbre.


2. Un punto de referencia distinto: la clave de la Teoría de la Perspectiva

Según Kahneman, toda decisión depende del punto de referencia:
lo que consideramos “ganar” o “perder” depende desde dónde miramos.

Aquí aparece la mayor diferencia psicológica del emprendedor:

- Para el común de la gente:

“No intentar” = mantener el status quo (un alivio).

- Para el emprendedor:

“No intentar” = una pérdida real.

Mientras la mayoría teme perder lo que tiene, el emprendedor teme no avanzar hacia lo que imagina.
Su “punto de referencia” está puesto en el futuro, no en el presente.

Así, la ecuación emocional cambia por completo:
lo que para otros es “arriesgar”, para él es simplemente “caminar”.


3. Rasgos psicológicos que amortiguan la aversión a la pérdida

Los estudios coinciden en una constelación de rasgos que hacen que el emprendedor funcione de manera atípica frente a pérdidas y fracasos:

A) Optimismo disposicional

Ve probabilidades de éxito más altas que las reales.
Esto reduce subjetivamente la “pérdida esperada”.

B) Sobreconfianza en sus capacidades

Cree que puede aprender lo que haga falta.
Este sesgo, lejos de ser un defecto, es motor de acción.

C) Alta tolerancia a la incertidumbre

Vive la incertidumbre como un campo natural, no como amenaza.

D) Automotivación y deseo de logro

Los desafíos no lo asustan: lo convocan.
Es un perfil motivacional infrecuente.

E) Reinterpretación del error

Lo que otros viven como fracaso, él lo vive como prototipo.
Lo que otros ven como pérdida, él lo ve como iteración.

Por eso, cuando falla —y falla muchas veces— no se derrumba: se recalibra.


4. ¿Son un tipo humano diferente?

Desde un punto de vista biológico, no.
Pero desde un punto de vista psicológico y conductual, sí: constituyen un fenotipo minoritario.

Son personas que:

  • se sienten cómodas donde otros sienten miedo,
  • interpretan el error como parte del camino,
  • usan el optimismo como amortiguador emocional,
  • poseen una narrativa interna que valoriza el intento por encima del resultado.

En términos de economía conductual, el emprendedor domestica —sin eliminar— la aversión a la pérdida.
Es decir, no está libre del miedo, pero no deja que gobierne sus decisiones.


5. La diferencia profunda: la identidad

La mayoría dicen:
“No quiero fracasar.”

El emprendedor dice:
“No quiero dejar de intentar.”

Y esa diferencia, que parece pequeña, cambia toda la arquitectura mental de la toma de decisiones.


En síntesis

Sí: los emprendedores son distintos.
Pero no porque no sientan temor, sino porque lo reencuadran.
No porque sufran menos las pérdidas, sino porque les asignan otro significado.
No porque las cosas les salgan siempre bien, sino porque no necesitan que les salgan bien para seguir avanzando.

El emprendedor es, en última instancia, alguien que encontró una forma de convivir con el riesgo sin perder la esperanza, con el error sin perder la identidad y con la incertidumbre sin perder el rumbo.

Y eso, más que un rasgo económico, es un rasgo profundamente humano.


domingo, noviembre 23, 2025

FULBITO DOMINGUERO



 (Literatura digital)

Hoy viví una de esas escenas que parecen pequeñas, pero que revelan la esencia de una ciudad y de una cultura. A las diez de la mañana me llamó mi nieto Santi por WhatsApp: estaba aburrido y quería ir al Parque Mitre. Cuando lo pasé a buscar vi que llevaba su pelota en la mochila; entendí enseguida que su plan era simple y hermoso: patear un rato al arco.

Llegamos al parque y empezamos a jugar como hacemos siempre: uno patea, el otro ataja, nuevamente pateamos, y así vamos entrando en calor. Pero en Corrientes las cosas tienen su propia dinámica. A los pocos minutos comenzaron a acercarse chicos que no conocíamos. Primero uno tímido: “¿Puedo jugar?”. Después otro. Y otro más. En menos de lo que imaginamos, se habían armado dos equipos.

En un arco se paró un padre que acompañaba a sus hijos; en el otro quedé yo, abuelo convertido en arquero por una hora. Los chicos fluían como si se conocieran desde siempre. El fulbito se volvió un pequeño universo organizado sin planificación, sin nombres, sin reglas explícitas… pero con una armonía natural.

Y mientras atajaba como podía, observaba algo profundo: este milagro cotidiano es parte de la identidad correntina.

En esta ciudad, la vida ocurre en comunidad. El chamamé, el mate, el río enseñan una forma particular de estar juntos. Acá, compartir es la norma. Juntarse es fácil. La confianza circula. Y una pelota —como un acordeón en un chamamé— convoca y reúne.

Psicológicamente también tiene sentido. La pelota funciona como un lenguaje universal que derriba barreras: no hace falta presentación, basta un pase para que el otro deje de ser un desconocido. En minutos, los chicos inventaron reglas, armaron equipos, discutieron faltas, festejaron goles y construyeron un “nosotros” tan frágil como hermoso.

Yo, desde mi lugar de abuelo, sentí algo más: que estas escenas, sencillas e improvisadas, quedan prendidas en la memoria infantil con una fuerza sorprendente. Que un partido espontáneo puede enseñarle a un niño más sobre amistad, cooperación y alegría que muchas actividades planificadas. Y que Corrientes, con su idiosincrasia cálida y comunitaria, sigue siendo un lugar donde los desconocidos pueden armar, en cinco minutos, un pequeño mundo de juego.

Cuando terminó la hora de fútbol, los chicos se despidieron casi sin palabras, como si lo vivido hablara solo. Porque en esas escenas aparentemente comunes se esconde algo extraordinario: la capacidad de una comunidad para nacer en un instante.


 


viernes, noviembre 21, 2025

TENDENCIAS QUE CONFIGURAN LA EDUCACIÓN 2025 (OCDE)

 



(Literatura digital)

El informe trienal de la OCDE identifica una serie de áreas donde los sistemas educativos están atravesando transformaciones profundas. No se trata de cambios aislados, sino de nudos críticos donde convergen la tecnología, la cultura, la economía y la vida social. En estos cruces se juega el futuro de la educación, y es allí donde una mirada estratégica y políticas públicas inteligentes pueden marcar la diferencia.


1. Ecosistemas educativos híbridos y deslocalizados

La educación ya no vive únicamente dentro del aula tradicional.
Hoy conviven:

  • entornos híbridos,
  • plataformas digitales,
  • tutorías en línea,
  • aprendizajes basados en proyectos dentro de la comunidad.

Esta expansión abre oportunidades, pero también profundiza brechas para quienes carecen de conectividad o dispositivos adecuados. La frontera entre inclusión y exclusión educativa pasa cada vez más por el acceso digital.


2. Nuevas competencias cognitivas y alfabetizaciones emergentes

El mundo laboral, social y cultural exige habilidades que hace una década no estaban en la agenda:

Mientras tanto, muchos sistemas educativos siguen centrados en contenidos enciclopédicos que ya no dialogan con las demandas reales del siglo XXI.


3. Inteligencia Artificial en la educación: promesas y dilemas éticos

La irrupción de la IA transforma tareas cotidianas: automatiza, personaliza rutas de aprendizaje y abre nuevas formas de evaluar.
Pero también introduce riesgos:

Educar con IA exige más que adoptar herramientas: requiere criterio, regulación y ética.


4. Desigualdades nuevas y persistentes

La desigualdad educativa ya no depende solo del ingreso familiar. La OCDE destaca nuevas dimensiones:

Estas brechas son más sutiles y, justamente por eso, más difíciles de detectar y abordar. Se acumulan lentamente, pero moldean de manera decisiva las trayectorias de aprendizaje.


5. Salud mental estudiantil y bienestar docente

La educación se enfrenta a una crisis silenciosa:
crecen la ansiedad, la depresión, el estrés escolar y el burnout docente.
La escuela se ha convertido en un espacio crucial de contención emocional, aun cuando no siempre cuenta con los recursos necesarios.

Cuidar a los estudiantes implica también cuidar a quienes los acompañan: los docentes.


6. De la meritocracia rígida a la equidad resiliente

Los sistemas sostenidos casi exclusivamente en exámenes y rankings ya no logran capturar el potencial real de los estudiantes. La OCDE propone avanzar hacia modelos más justos y sensibles a la diversidad:

  • reconocer talentos artísticos, técnicos, deportivos y creativos,
  • valorar diferentes modos de aprender,
  • repensar los criterios de mérito,
  • ampliar las oportunidades de participación.

La equidad educativa no es solo acceso: es reconocer la heterogeneidad humana.


7. La formación docente como eje del cambio sistémico

La docencia es hoy una profesión tensionada por múltiples frentes:

  • aceleración tecnológica,
  • demanda emocional,
  • carga burocrática,
  • complejidad creciente de las aulas.

Frente a esto, la OCDE señala caminos clave:

  • reformar la formación inicial con énfasis en práctica, tecnología, pensamiento crítico y neurociencias,
  • desarrollar carreras docentes más atractivas, con incentivos y perfeccionamiento continuo,
  • crear equipos de apoyo que alivien tareas administrativas,
  • promover comunidades profesionales basadas en evidencia y colaboración.

Sin docentes fortalecidos, no hay transformación educativa sostenible.


8. Educación para la sostenibilidad y la crisis climática

El cambio climático dejó de ser solo un tema ambiental: es también un desafío educativo.
Requiere que estudiantes y docentes desarrollen:

  • pensamiento sistémico,
  • compromiso ético,
  • habilidades para vivir en un mundo incierto y en transformación.

Educar para la sostenibilidad es preparar a las nuevas generaciones para tomar decisiones en un planeta que ya no puede posponer más su propia defensa.

jueves, noviembre 20, 2025

HERENCIAS QUE NO SE ESCRIBEN: EL AMOR DE MANUELA

 



(Literatura digital)

El amor de los abuelos: una herencia que late en la memoria y en la epigenética

(A partir de la foto de mi abuela Manuela bebé)

Hay fotografías antiguas que no sólo detienen el tiempo: lo perforan.
Mirarlas es como abrir una ventana hacia un pasado que permanece vivo en algún rincón de la memoria emocional.
Así me ocurrió cuando volví a ver la imagen de mi abuela Manuela siendo apenas un bebé: sentada en una sillita de mimbre, rodeada de flores, con un vestido claro y dos pequeños moños sosteniendo su cabello recién nacido.
Una inocencia suspendida, ajena a todo, pero destinada a convertirse en una de las presencias más decisivas de mi vida.

Esa niña que no sabía caminar, que aún no había pronunciado una palabra, no podía imaginar la historia que tejía sin saberlo.
No sabía que un día sería el sostén de un nieto que estudiaría medicina bajo su techo, que dormiría en una de las dos camas de su dormitorio, que encontraría en ella alimento, calma, silencio y ternura.
No sabía que llegaría a regalarme un Fiat 600, ni que, cuando yo lo volcara imprudentemente, ella reaccionaría con una serenidad que hoy me sigue conmoviendo:
no hubo enojo, no hubo reproche.
Simplemente hizo arreglar el auto y siguió tratándome con la misma dulzura de siempre, como si nada hubiera pasado.

Esa fue su manera de amar.
Un amor hecho de aceptación absoluta, de compañía silenciosa, de confianza inquebrantable.
Y es ese tipo de amor el que la psicología describe como el más protector de todos: el que sostiene sin pedir nada a cambio, el que abraza sin medir, el que da sin contabilizar.
Los abuelos tienen un modo particular de amar: ya no están presionados por educar, corregir o garantizar el futuro.
Su amor se cristaliza en una forma de presencia suave, paciente, indulgente, profundamente humana.
Y para un niño —y luego para un adulto— ese amor se vuelve un faro interno, un refugio emocional que dura para toda la vida.

La educación más poderosa no siempre llega en forma de libros o clases: muchas veces llega en forma de ejemplo.
De gesto.
De actitud.
Mi abuela Manuela me enseñó, sin proponérselo, que la bondad no necesita explicaciones y que el amor verdadero nunca humilla.
Me enseñó que se puede proteger sin invadir y perdonar sin herir.
Su dormitorio, su mirada y su paciencia fueron, sin que yo lo supiera entonces, una escuela profunda de humanidad.

Al contemplar su fotografía, siento que algo proustiano se activa dentro de mí:
esa experiencia íntima donde un estímulo mínimo —un aroma, un sabor, una imagen— despierta un universo entero de sensaciones dormidas.
La veo bebé, tan pequeña, tan pura, tan ajena a mí, y al mismo tiempo tan mía.
Y comprendo que mi historia afectiva empezó mucho antes de que yo naciera.
Que mi capacidad de amar a mis nietos, de acompañarlos, de sostenerlos, está entrelazada con ese amor que ella me dio cuando yo era joven y vulnerable.

Lo que siento, al ver esta foto, es una revelación sencilla y profunda:
fui profundamente amado.
Y ese amor, que nació en una casa humilde y en un dormitorio compartido, continúa ahora en mis propias manos cuando acompaño a mis nietos.

La cadena no se rompió.

La ternura siguió su camino.

La niña de la foto no sabía nada de esto.
Pero yo sí.
Y hoy, al mirarla, puedo decir que su amor fue una herencia que no se guarda en una herencia material, sino en el corazón.
Una herencia viva, que aún hoy late y se renueva en cada gesto de mi propia forma de ser abuelo.


martes, noviembre 18, 2025

CONTROLAMOS LOS ACTOS, NO LOS PENSAMIENTOS

 


(Literatura digital)

Resumen: El texto se centra en la máxima filosófica de que controlamos nuestras acciones, pero no nuestros pensamientos, un principio fundamental en la ética estoica. Se establece una distinción crucial entre la esfera de los pensamientos, que incluye las impresiones iniciales y juicios instintivos que son en gran medida incontrolables, y la esfera de los actos, donde reside nuestra verdadera libertad y responsabilidad moral. La clave para la autodisciplina y la virtud radica en el "asentimiento", el proceso consciente de elegir si actuar o no en función de un impulso o pensamiento. Este principio libera de la culpa por tener pensamientos fugaces e inapropiados, ya que el carácter se define por las acciones y no por el flujo mental constante. Finalmente, el documento concluye que la tarea principal no es silenciar la mente, sino entrenar la voluntad para dirigir las respuestas conductuales.

“Lo que controlamos son los actos, no los pensamientos es una máxima profundamente arraigada en la filosofía estoica y en gran parte de la ética basada en la acción”


🧐 La Distinción Fundamental: Pensamiento vs. Acto

Este pensamiento establece una distinción crucial entre dos esferas de la experiencia humana:

1.      La Esfera de los Pensamientos (Lo Incontrolable/Parcialmente Controlable): Incluye las impresiones iniciales, las emociones automáticas, los juicios instintivos, las preocupaciones y los pensamientos intrusivos .

2.      La Esfera de los Actos (Lo Controlable): Incluye las decisiones, las palabras que elegimos decir, la forma en que reaccionamos a un estímulo, el esfuerzo que ponemos en una tarea y las acciones físicas que ejecutamos.

1. La Naturaleza Incontrolable del Pensamiento Inicial

Los pensamientos, en su forma más básica, son a menudo sucesos que nos ocurren , más que acciones que ejecutamos

·         Impresiones automáticas: Cuando ves un objeto, escuchas una crítica o recuerdas un evento traumático, el cerebro genera instantáneamente una impresión ("Esto es peligroso", "Me siento atacado", "Debo preocuparme"). Estos pensamientos iniciales o "propensamientos" (como a veces los llamaban estoicos) son reflejos psicológicos.

·         Juicios instantáneos: Antes de que puedas aplicar la razón, puede surgir un juicio emocional (ej.: ira ante una ofensa). No controlamos que este juicio surja , solo controlamos si lo aceptamos y actuamos en consecuencia.

·         Flujo mental: La mente es como un río constante. Intentar detener el flujo por completo es inútil y agotarlo. Los pensamientos van y vienen sin nuestro permiso consciente.

2. El control pleno y soberano sobre el acto

La acción (o acto ) es la manifestación final de la voluntad, donde reside nuestra verdadera libertad

·         El proceso de asentimiento: Entre el pensamiento (el estímulo) y el acto (la respuesta), hay un paso crucial: el asentimiento (o prohairesis en estoicismo: la facultad de la elección moral). Es la decisión consciente de aceptar ese pensamiento como verdadero y actuar en base a él.

o    Ejemplo:

§  Pensamiento (Incontrolable): Siento una punzada de ira cuando mi colega me interrumpe.

§  Acto (Controlable): Decido gritarle o, por el contrario, respiro hondo y espero mi turno

·         La Responsabilidad Moral: Nuestra responsabilidad moral y ética se ancla en los actos. No se nos culpa por tener un pensamiento fugaz de venganza, sino por la decisión consciente de llevar a cabo la venganza. La virtud se encuentra en la elección de actuar con razón, a pesar de los impulsos mentales.

·         El Ámbito de la Influencia: El acto no solo es lo único que controlamos, sino también lo único que realmente define nuestro carácter . Las personas son juzgadas por lo que hacen , no por cada pensamiento fugaz que cruza su mente.


💡 Implicaciones Profundas de Este Principio

Este principio no es solo una observación psicológica; es un pilar para la ética, la paz mental y la automejora .

A. Implicación Psicológica: El Arte de la Separación

Este principio enseña que "Tú no eres tus pensamientos."

·         Liberación de la culpa: Nos liberamos de la culpa paralizante por tener pensamientos "negativos", "irracionales" o "inapropiados". Reconocer que el pensamiento intrusivo es solo ruido mental y no una orden nos permite desapegarnos de él.

·         Mindfulness y distancia: La práctica de la atención plena (Mindfulness) se basa en esto: observar el pensamiento sin reaccionar ni juzgarlo. Se reconoce el pensamiento ("Ah, ahí está la preocupación por el futuro"), pero se elige el acto de no engancharse a él.

B. Implicación ética y estoica: Vivir con virtud

Para los estoicos (como Epicteto y Marco Aurelio), este es el principio del Dicótoma del Control .

·         Enfoque de energía: Si perdemos energía intentando no tener el pensamiento de envidia, estamos luchando contra una fuerza natural. Si, en cambio, enfocamos nuestra energía en el acto de ser generosos o de alegrarnos por el éxito ajeno (a pesar del pensamiento), estamos cultivando la virtud

·         La Tarea del Filósofo: La tarea del sabio no es purificar su mente de todo pensamiento indeseable (algo imposible), sino entrenar su facultad de elección para negar el asentimiento a las impresiones falsas y desadaptativas.

C. Implicación Práctica: La Autodisciplina

Si el control se limita a los actos, el entrenamiento de la voluntad debe enfocarse en la respuesta conductual .

🌟 Conclusión

El pensamiento "Lo que controlamos son los actos, no los pensamientos" es un mapa para la libertad interior.

No nos exige la tarea imposible de silenciar la mente, sino la práctica posible de supervisar y dirigir nuestra voluntad . Reconoce que la mente es un campo de batalla donde surgen constantemente impresiones aleatorias, pero que somos los generales de nuestras acciones.

Nuestra dignidad, carácter y poder no residen en lo que pasa por nuestra cabeza, sino en lo que elegimos hacer con las manos y la boca.