(Literatura Digital)
La adicción es considerada una enfermedad crónica
del cerebro, y una de sus principales características es la alteración del
libre albedrío. Los cambios neurobiológicos que produce afectan la capacidad de
tomar decisiones racionales y controlar los impulsos, lo que lleva a una
compulsión por consumir la sustancia o repetir la conducta adictiva, a pesar de
las consecuencias negativas.
Desde el punto de vista
neurológico, la adicción altera circuitos cerebrales clave, especialmente los
relacionados con la recompensa (núcleo accumbens, dopamina), el control
ejecutivo (corteza prefrontal) y la memoria emocional (amígdala e hipocampo).
Estas modificaciones hacen que el individuo experimente un fuerte deseo
(craving) y una pérdida de control, lo que limita su capacidad de elegir
libremente.
Sin embargo, aunque la adicción
reduce el libre albedrío, no lo elimina por completo. Existen momentos en los
que la persona puede tomar decisiones que la ayuden a recuperarse, y es ahí
donde intervienen la terapia, el apoyo social y en algunos casos, la
medicación. La neuroplasticidad también juega un papel clave: el cerebro tiene
la capacidad de reorganizarse con el tiempo, lo que permite que el libre
albedrío pueda recuperarse en cierta medida con tratamiento y esfuerzo
sostenido.
En este sentido, la adicción
puede verse como un problema en la interacción entre el sistema consciente y el
inconsciente. Si la conciencia tiene la función de modificar decisiones
automáticas, como hemos hablado antes, en la adicción este proceso está
severamente afectado, pero no necesariamente anulado de forma absoluta.
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