lunes, octubre 13, 2025

EDUCACIÓN PÚBLICA UNIVERSITARIA Y DEVOLUCIÓN SOCIAL

 



Se analiza la evolución del sentido de la educación pública universitaria, especialmente en el contexto argentino, contrastando su propósito original con las demandas actuales. Originalmente, el pacto social se basaba en una lógica de reciprocidad donde el graduado debía "crear dos empleos" para sostener el sistema, transformando la educación en una inversión social multiplicadora. Sin embargo, debido a la automatización, la inteligencia artificial y la fragilidad del empleo formal, el documento argumenta que hoy esa "devolución social" debe entenderse simbólicamente, centrándose en la innovación, la generación de capacidades y la cohesión social. El texto proporciona ejemplos específicos en áreas como salud y tecnología, donde el impacto social útil y la generación de valor colectivo reemplazan la métrica literal de creación de puestos de trabajo, concluyendo que el nuevo desafío es "educar para innovar y narrar".

En el modelo de educación pública universitaria, especialmente el forjado en Argentina a fines del siglo XIX y durante buena parte del XX, existía una idea clara sobre su propósito: que cada profesional egresado fuera capaz de generar, al menos, dos empleos formales. Era una forma sencilla y directa de medir la "devolución social". El Estado te formaba, y tú devolvías ese privilegio creando trabajo y movilidad para otros.

Pero en un mundo donde el empleo y el conocimiento han cambiado radicalmente, ¿sigue teniendo sentido esa idea? ¿Qué significa hoy "devolver" lo que la universidad pública nos dio?

1. El pacto original: Una devolución social concreta.

En su origen, la educación pública gratuita tenía un propósito económico y ético muy definido: formar profesionales capaces de devolver a la sociedad lo que ésta había invertido en ellos. No era un regalo, sino un pacto de reciprocidad y progreso compartido donde la educación elevaba al individuo para que este, a su vez, elevara a la sociedad. La naturaleza de esta "devolución" era tangible, esperando que cada graduado generara un impacto multiplicador en la economía real.

“cada graduado debía crear valor y empleo, al menos dos puestos formales, para que el sistema fuera sostenible y para que la educación no se transformara en un gasto, sino en una inversión social multiplicadora.”

2. El cambio de época: Por qué "crear dos empleos" ya no es suficiente.

Según pensadores como Elizondo y Harari, el escenario ha cambiado de forma radical. Las viejas reglas ya no aplican a un mundo definido por la velocidad de la información y la automatización. Los cambios clave que han hecho obsoleto el pacto original son:

• El conocimiento dejó de ser un bien escaso.

• La automatización y la IA reemplazan tareas rutinarias.

• El empleo formal se volvió más frágil y disperso.

• El valor económico ahora se genera desde las ideas, la innovación y la colaboración.

Debido a estas transformaciones, la idea de "crear dos empleos" debe entenderse de manera simbólica, no literal. La medida de la devolución social se ha desplazado de la cantidad de puestos de trabajo a la capacidad de generar "innovación útil".

3. La nueva devolución: 5 ejemplos de cómo se crea valor hoy.

La nueva forma de "retribuir" a la sociedad consiste en crear oportunidades, redes y proyectos que generen un valor colectivo que va más allá de un salario. A continuación se presentan cinco ejemplos concretos que ilustran este nuevo paradigma:

• Salud: Un médico generalista que, además de atender en su consultorio, desarrolla una aplicación comunitaria gratuita para el seguimiento de pacientes crónicos. Con esto, multiplica el acceso a la salud, mejora el bienestar colectivo y reduce costos para el sistema.

• Agro y ambiente: Un ingeniero agrónomo que organiza una cooperativa de compostaje urbano. No solo emplea a vecinos, sino que transforma residuos en fertilizante para huertas comunitarias, uniendo conocimiento técnico con sustentabilidad e inclusión social.

• Educación: Un docente que abre un canal educativo digital o coordina talleres gratuitos en su barrio sobre programación o pensamiento crítico. No crea empleos directos, pero genera capacidades, que son el verdadero capital productivo de nuestra era. Eso es exactamente el “nivel mega” de Elizondo.

• Tecnología: Un programador formado en la universidad pública que diseña un software de código abierto para que lo usen ONGs o pequeñas empresas. Aporta innovación y conocimiento compartido, generando valor social que no depende del mercado.

• Humanidades y ciencias sociales: Un historiador o sociólogo que trabaja para reconstruir el relato común de una comunidad fragmentada. Al narrar historias locales y proyectos colaborativos, cumple una función clave: Harari diría que está cumpliendo la función del narrador colectivo, el que da sentido y cohesión social en medio del cambio.

Estos ejemplos demuestran que el valor ya no reside en el ejercicio profesional individual, sino en la creación de sistemas, redes y narrativas. Es el desplazamiento definitivo desde la cantidad de empleos a la calidad de la "innovación útil" que impacta en la comunidad.

4. El nuevo pacto social: Mejorar dos vidas con innovación y sentido.

El núcleo del argumento se puede sintetizar contrastando el paradigma antiguo con el actual:

• Antes: educar para producir.

• Hoy: educar para innovar y narrar.

A partir de esta nueva realidad, se puede formular un nuevo pacto social para la educación pública, uno que redefine el concepto de "devolución" para el siglo XXI.

“Cada ciudadano formado debe contribuir, como mínimo, a mejorar la vida de dos personas: una a través de la innovación que aporta, y otra a través del sentido que ayuda a construir.”

Esta idea transforma la vieja métrica de "crear dos empleos" en "mejorar dos vidas". Una vida se mejora a través de la creación práctica, la solución de problemas y la innovación tangible. La otra se mejora a través de la construcción de significado, comunidad y una narrativa compartida que nos ayude a navegar el mundo.

Conclusión: El viaje del conocimiento

En resumen, el desafío para los profesionales de hoy ya no es solamente económico, sino también narrativo. La verdadera devolución no se mide en puestos de trabajo, sino en la capacidad de crear soluciones nuevas y de ayudar a otros a comprender el mundo.

Devolverle algo a la educación pública es eso: hacer que el conocimiento no se detenga en uno, sino que siga su viaje —vivo, humano, compartido— hacia los demás.

 

 


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