¿Alguna vez te has parado a pensar en la inmensidad de la
vida que ha existido en la Tierra? Se estima que nuestro planeta ha albergado
la asombrosa cifra de 30.000 millones de especies de criaturas a lo
largo de su historia.
Ante semejante número, cabría esperar que los museos y
laboratorios estuvieran repletos de restos de cada forma de vida. Sin embargo,
como bien señala Bill Bryson en su fascinante libro "Una breve
historia de casi todo”, el panorama es completamente diferente. El registro
fósil es, en realidad, una aguja en un pajar.
La Descomposición es la
Regla, la Fosílización la Excepción
La verdad es cruda: no es fácil convertirse en fósil.
Cuando la vida se apaga, el destino del 99,9% de
los organismos vivientes es simple: descomponerse en la nada. Las
moléculas se separan, se dispersan y se reciclan rápidamente en otros sistemas
biológicos y químicos.
Para que un organismo se convierta en fósil, necesita
ganar una verdadera lotería geológica y biológica:
1.      Escape a la
Descomposición: Los restos deben ser enterrados con rapidez para
protegerlos de carroñeros, bacterias y la intemperie.
2.     
Materia Dura: La fosilización favorece
a las partes duras (huesos, conchas, dientes). Se cree que solo un hueso de
cada mil millones llega a fosilizarse. ¡Impresionante!
3.      Roca Adecuada: Los restos deben ser
sepultados en el tipo correcto de roca. Solo el 15 % de las rocas de la
Tierra pueden preservar fósiles (principalmente rocas sedimentarias).
Debido a esta serie de coincidencias catastróficas
necesarias, la mayor parte de lo que ha vivido en la Tierra simplemente no
ha dejado el menor recuerdo. De esos 30.000 millones de especies, solo
tenemos una muestra mínima, aproximadamente una de cada 120.000 está
representada en el registro fósil.
Un Registro Sesgado: El
Favor de las Criaturas Marinas 🌊
Al mirar el registro fósil, rápidamente notamos un fuerte
sesgo.
Actualmente, contamos con cerca de 250.000 especies
en el registro fósil, y la inmensa mayoría de ellas son criaturas que vivieron
en el agua:
·        
Aproximadamente el 95 % de todos los
fósiles que poseemos son de animales que vivieron en el agua.
·        
Casi todos ellos provienen de mares pocos profundos,
donde las condiciones para el enterramiento rápido y la sedimentación eran
ideales.
Esto significa que, si bien el registro fósil es un
tesoro invaluable, es un tesoro geográfico y ambientalmente sesgado, dándonos
una visión mucho más completa de la vida marina antigua que de la terrestre.
La Evolución: No es una
Escalera, es un Arbusto 🌿
Finalmente, Bryson nos recuerda una idea crucial y
moderna de la biología evolutiva: la evolución no avanza inexorablemente
hacia un pináculo como el hombre.
Esta vieja noción de una "escalera" (la scala
naturae) con el Homo sapiens en la cúspide fue descartada por la
ciencia hace ya más de cincuenta años. La evolución es más bien como un arbusto
o un árbol ramificado, sin una dirección o meta final predeterminada.
De hecho, se estima que el verdadero desarrollo de la
vida compleja comenzó mucho antes de los grandes vertebrados terrestres,
concretamente con la explosión cámbrica, hace unos 541 millones de años.
En ese período, la vida marina se diversificó asombrosamente en un espacio de
tiempo relativamente corto, sentando las bases de la mayoría de los organismos
vivos corporales que vemos hoy.
La próxima vez que veas un fósil, recuerda que estás
mirando a un ganador de una probabilidad increíble: no solo fue una criatura
que vivió, sino que también tuvo la inmensa suerte de ser recordada por la
Tierra. ¡Es un fragmento milagroso de
la historia cósmica!


 
 
No hay comentarios.:
Publicar un comentario