viernes, noviembre 07, 2025

TOMMY, KAROL G Y LA LECCIÓN INESPERADA

 





(Literatura digital)

Mi nieto Tommy me contó que esta semana no podía jugar al fútbol. La profesora de inglés le había enviado dos notificaciones a sus padres por mala conducta. Le pregunté qué había pasado y, con gesto serio, me dijo que la maestra no tiene buena relación con él; que cualquier cosa que diga le cae mal, o la interpreta de manera equivocada. Según él, por eso recibió las dos advertencias.

Mientras hablábamos, sonaba una playlist de Spotify en el auto. En ese momento empezó una canción de Karol G y Tommy, sin pensarlo mucho, me dijo:
—Abuelo, cambiala. Karol G habla muy mal en inglés y no me gusta. A mí me gusta cuando canta en español, pero en inglés no canta bien porque no sabe hablarlo.

Me quedé pensando en esa frase. En un solo comentario, Tommy mezcló su conflicto con la autoridad, su sentido de la justicia, su criterio estético y su identidad cultural. Todo junto, sin saberlo.

Al día siguiente, cuando fui a buscarlo nuevamente a la salida del colegio, le pregunté cómo había seguido el tema con la profesora de inglés. Con una sonrisa, me dijo que todo estaba bien. Su papá le había sugerido que le pidiera perdón a la maestra, así que lo hizo, y ella lo perdonó. “Ya está, abuelo —me dijo—, ahora está todo bien.”.  

Esta pequeña historia me pareció perfecta para analizarla desde tres miradas complementarias: la educacional, la cultural y la cognitiva.


Análisis del relato:


Un conflicto que enseña más de lo que parece

La historia de Tommy no es solo una anécdota escolar. Es una ventana al modo en que los chicos aprenden a interpretar el mundo: cómo perciben la autoridad, cómo construyen su identidad y cómo usan el lenguaje para entender —o cuestionar— lo que les pasa.

Desde el punto de vista educacional, el episodio muestra algo clásico en la infancia: el choque entre la autonomía que empieza a crecer y las normas que todavía lo contienen. Tommy siente que no es comprendido, que la maestra lo juzga mal. Pero, al mismo tiempo, está empezando a desarrollar una conciencia sobre cómo lo ven los demás. En ese espacio intermedio —entre sentirse injustamente tratado y aprender a hacerse entender— se juega gran parte de la educación emocional. No se trata solo de portarse bien o mal, sino de aprender a convivir, a ponerse en el lugar del otro, a reparar cuando algo se rompe.

Desde una mirada cultural, su comentario sobre Karol G es revelador. En segundos, conectó la música con la lengua, la identidad y la autenticidad. Prefiere a la artista cuando canta en español, “porque en inglés no sabe hablar bien”. Es una observación ingenua, pero cargada de sentido: para él, la lengua materna tiene algo de verdad, de raíz, de pertenencia. Y sin darse cuenta, defiende un rasgo cultural que muchas veces los adultos olvidamos valorar: el orgullo de lo propio.

Por último, desde el punto de vista cognitivo, Tommy muestra una capacidad crítica sorprendente. Analiza, compara, evalúa. Detrás de su aparente enojo hay razonamiento, juicio, y un intento de ordenar el mundo a su manera. No se limita a repetir lo que escucha: piensa, filtra, decide. Eso es precisamente lo que queremos que haga un niño que aprende: que no acepte todo sin pensar, pero que también aprenda a expresar sus ideas con empatía y respeto.


Escuchar para enseñar

Quizás lo más valioso de esa charla no fue lo que Tommy dijo, sino el hecho de que quiso contarlo. Cuando un nieto elige hablar con su abuelo, está buscando comprensión, no sentencia. En ese momento, el rol del adulto cambia: ya no es el juez, sino el espejo. El que ayuda a poner palabras donde el niño solo siente.

Y en ese gesto cotidiano —una conversación en el auto, una canción en Spotify, una reflexión improvisada— se juega algo esencial: la transmisión de un modo de mirar la vida.


El rol silencioso del abuelo

Escuchar a un nieto no siempre es fácil. A veces uno quisiera corregir, dar consejos o resolver rápido. Pero el verdadero legado del abuelo no está en decir qué hacer, sino en enseñar a pensar. En esos ratos compartidos —una charla en el auto, una canción, una pequeña historia escolar— el abuelo se vuelve un traductor entre generaciones: alguien que ayuda a transformar la experiencia en comprensión.

Porque educar no es imponer, sino acompañar el descubrimiento. Y quizás ahí, en ese diálogo sencillo con Tommy, estaba ocurriendo lo más importante: un niño aprendiendo a entender el mundo… y un abuelo aprendiendo a mirarlo con sus ojos.


 

 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy valioso e interesante el análisis desarrollado en esta hermosa historia generacional.
Agregaría, mas alla del cierre de "la parábola (enseñanza) es que a veces, apresuramos en pretender transmitir lo que que, en nuestra experiencia es la mejor lección, o consejo , sin darnos cuenta que lo más importante es "enseñar el camino..."